miércoles, 23 de abril de 2014

Dobles
 “Una vez más, y como un escalofrío, me entró cualquier
intento de defensa la certeza de hallarme en una estrofa
de un poema ajeno, y me sacudió de tal forma que miré
furtivamente a mi alrededor por si me habían visto.”
Werner Herzog, La Conquista de lo Inútil

Hace unos meses leí un cuento del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro donde el personaje principal convencido de la existencia de un doble radicado en Australia, abandona su rutina habitual para encontrarlo. En un relato de Julio Cortázar una chica desde Argentina escribe cartas a una joven idéntica a sí misma que vive en un frío país del norte. En ambos casos, el encuentro tan ansiado con los dobles no fueron experiencias felices. Por el contrario aquellos que se consideraban la versión original advirtieron que la ingenuidad que guiaba sus búsquedas no era la misma que habitaba en aquellos dobles. Pronto descubrieron que sus doppeltgänger se engullían sus vidas personales para sumirlas en una identidad ajena. El espejismo posee cualidades camaleónicas inmejorables y no se somete fácilmente a los designios de un demiurgo terrenal que, al igual que él, ocupa con su cuerpo el espacio y con su historia el tiempo.
En los cuentos, como en el video Dobles de Leticia Obeid, el problema de la identidad parece tornarse un juego distinto de los principios de la lógica tradicional, un ser puede ser y no ser al mismo tiempo. Irrumpe en la realidad transcurriendo como una ficción o buscando ese reflejo que atestigüe la propia existencia. Me acuerdo de una anécdota que relató Silvio Mattoni en un seminario sobre poesía argentina, el encuentro de Juan L. Ortiz con un supuesto doble en un ascensor de China. Después de aquel acontecimiento la relación con su propia orientalidad se vió más afectada, afirmada con más contundencia. Evidentemente los dobles no son tales, la dialéctica del amo y el esclavo subsiste en esa tensión por la unidad, a la que finalmente se ven reducidos, para habitar el mundo real. En el caso de Juan L. Ortiz no se advierte esa tensión traumática, como en los cuentos, pero si una diferencia; la orientalidad del doble acentúa el estilo del poeta Entrerriano.     
La distancia geográfica es una característica de los ejemplos, en el corazón de lo idéntico se reúnen lo lejano y lo cercano, lo conocido y lo desconocido. El otro, que soy y no soy hace, muchas veces, del mundo un lugar más extenso y habitable, una morada donde perseguir destinos variados. Los dobles, los reconocidos actores del doblaje mexicano entrevistados por Obeid, son puentes para transitar realidades desconocidas pero a su vez muy familiares, culturas distintas pero afectivamente cercanas. En el contexto de la monumental industria televisiva y cinematográfica la artista rescata los cuerpos ocultos como doppeltgänge de nuestra sociedad actual. Sociedad que no sólo niega la posibilidad de jugar con identidades múltiples, alienígenas, inventadas o creativas sino peor aún sostiene ese proyecto modernista en el ocultamiento de lo distinto.    
Las entrevistas realizadas en Dobles y también la clase de doblaje impartida por Humberto Vélez en el video Los sonidos de atrás, expuesto actualmente en el Museo Caraffa, abundan en alegres afirmaciones. Las filmaciones de Obeid muestran los rostros y los cuerpos que han donado sus voces al entretenimiento, potenciando la fuerza indomable de lo particular.  

Mariana Robles

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Dobles
Los vídeos Dobles y Los sonidos de atrás de Leticia Obeid se exhiben actualmente en las salas del museo Caraffa. Ambos transitan una zona indefinida entre el documental y el vídeo arte. En esa intersección de géneros la artista propone una poética que se construye simbióticamente entre historia y afectividad, entre realidad y ficción.
Dobles se compone de un conjunto de atractivas entrevistas a populares actores del doblaje mexicano que, en primera instancia, sorprenden por la originalidad de la temática y en segunda por el valor conceptual del material simbólico que se descubre detrás de la pantalla del cine y la televisión. Dobles funciona como un espejo, quizás como el espejo de Alicia, donde Obeid invierte lo que vemos, para mostrar lo que escuchamos. Estos actores no son meros traductores mecánicos que atienden las normas de un lenguaje diseñado, sino que son intérpretes sumamente creativos. La práctica actoral del doblaje supone una conciencia extrema de la expresión, cada uno de los entrevistados advierte sobre la importancia de su trabajo, al mostrar la oculta tarea de sus palabras. Palabras que lentamente se convierten en la afirmación de sus propios gestos y develan los variados sentidos del habla según su idioma, afección, sonido y modulación.
Dobles se compone de cinco entrevistas donde aparecen los rostros de Humberto Vélez, Dulce Guerrero, Francisco Colmenero, Marina Huerta y Jorge “Tata” Arvizu. Ellos trasladan sus voces a conocidos personajes como Homero Simpson, la princesa Fiona, papá Pitufo, Marge Simpson y Pedro Picapiedra, entre otros. Los relatos de los actores son tan apasionados y vivaces que les concedemos la virtud de ser protagonistas principales de cada guión, el merito de haber dado existencia a muchos entrañables personajes.
Obeid descubre y señala un limbo sobreviviente en esos estudios de grabación entre salas de ensayos y consolas de sonido. Un reducto para el espectador donde se originan  experiencias cotidianas, recuerdos infantiles, huellas de una generación o afinidades emocionales. La memoria parece aquí enredarse, confundirse con el lenguaje y transformarlo en cuerpo propio. Una matriz imaginaria recompone las fantasías y cada ficción nos devuelve una realidad posible, una realidad vívida.
En el otro vídeo expuesto Los sonidos de atrás Humberto Vélez junto a un asistente imparten una clase de doblaje. La alumna y los docentes se encuentran en un estudio de grabación, ella repite una y otra vez las palabras que acompañaran el rostro de una asesina en una película extranjera. Modula su voz mientras observa a una sensual mujer proyectada en la pantalla. A cada segundo la imagen se detiene, la boca y la mirada de la actriz se desdibujan mostrando un gesto grotesco, la fracción de segundo que la edición ya no podrá volver a unir.