domingo, 19 de marzo de 2017

Un viaje Maravilloso



Los libros de viaje son numerosos tanto en la historia de occidente como de oriente, especialmente, preciados en aquellas épocas donde el mundo no era un territorio conocido en su totalidad. Ese vacío de certezas científicas, muchas veces, fue salvado con poderosas leyendas, cuentos o poemas que explicaban aquello que los cálculos no podían. Desde presuntos elefantes gigantes que sostenían una tierra plana y abismal hasta la idea de que la locura era una piedra en la cabeza; una extensa variedad de mundos posibles nacieron, en diversas ocasiones, en extraordinarios libros de viaje. La edad media, por ejemplo, nos legó un impresionante cumulo de especulaciones alternativas a la ciencia abstracta moderna, combinando alquimia y filosofía, religión y magia, fábulas y ciencia fantástica. El resultado de esas imágenes propone un compendio insuperable de formas y composiciones, que se convirtieron en la estrategia de comunicación más poderosa de la época. Juan Martín Juares se encontró con un libro de la época “el libro de las maravillas del mundo” de Juan de Mandevilla, contemporáneo de los viajes de Marco Polo, que data, aproximadamente, del  año 1000 D.C. El libro constituye una referencia para los últimos dibujos del artista cordobés, pero también es la afirmación creativa de que las imágenes proceden de una conciencia primitiva más amplia  que el limitado conocimiento individual. Los dibujos de Juares muestran serpientes que se anudan a corazones o que crecen de cuerpos mutilados, animales y hombres que se mezclan, cabezas desprendidas de sus torsos y que vuelan,  dragones y sirenas, ojos que habitan zonas inciertas, y así un voluptuosos glosario de símbolos extraños. Lo que inventa es un códice propio y alternativo a la razón positivista, un mapa que le permita descubrir en su propia singularidad, símbolos dislocados del tiempo y la cultura. De esta manera,  mientras el artista dibuja, revuelve y encuentra en la conciencia del mundo imágenes ocultas, muchas veces suplantadas por diseños reduccionistas, cosas maravillosas aparecen, muchas que el lenguaje no puede enunciar.
En “El ritual de la serpiente” Aby Warburg, fundador de la historia de la cultura, descubre una genealogía de la representación de la serpiente que se remonta a los indios Pueblo; en cada ritual la presencia de esa imagen conectaba el mundo de los hombres con el celestial de los dioses, para apaciguar el rayo de la muerte, ese terror humano desde siempre. Con esa misma operación desorganizó la armoniosa representación de “El nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli, descubriendo vientos y temblores de la Grecia arcaica, anunciados en los versos de Homero.  Con Juan Juares conversamos acerca de esa coincidencia de época entre “El libro de las maravillas” y las manifestaciones simbólicas de las culturas andinas, un fragmento de los poemas de Ollantay lo muestra: ¡Eres piedra de azufre, Rumi-Ñahui, piedra de la horrenda fatalidad! Naciste en la roca y, sin embargo, tu voluntad se ablanda ahora. ¿Tenías los ojos vendados? ¿No pudiste ver, en lo profundo del valle, que, como una poderosa serpiente, Ollantay se escondía y acechaba? Todas las cosas empiezan a entretejerse, como en un sueño donde el pasado y el presente se enamoran.




sábado, 18 de marzo de 2017

presentación "Histerias" de Rosa Yurevich

Imágenes e histerias

Lo que en ella está expuesto es lo que escondo de mí: de mi lado
que debería estar visible hice mi revés ignorado. Ella me miraba.
Y no era un rostro. Era una máscara. Una máscara de buzo.
Aquella gema preciosa. Los dos ojos estaban vivos como dos ovarios.
 Ella me miraba con la fertilidad ciega de su mirar.
Clarise Lispector

En El discurso de método Descartes delineó una geometría entre el conocimiento y su objeto. El yo asume la centralidad de un mecanismo artificial que se garantiza a sí mismo como claro e indivisible. Las reglas del espíritu se alejan de la percepción, los sentidos y las emociones. La maquinaria argumentativa que solventa al yo se pone en marcha para edificar la sólida arquitectura vertical-horizontal de la racionalidad.La fabulosa enciclopedia de lo singular se relega a los vastos residuos de la imaginación, lo que el mundo ostenta, en el increíble derrotero de su existencia, se apaga. ¿Qué hay, entonces, de cada hoja verde de los arboles que van muriendo y anuncian el movimiento del mundo? ¿De dónde vienen esas voces, ecos de palabras, certezas de otros hombres? ¿Qué son esas eléctricas y desfasadas combustiones de los cuerpos?¿Los desarreglos diagonales del tiempo y el espacio, las interferencias de la memoria, los fantasmas, las sombras indómitas del recuerdo, el escalofrío?
En los lindes entre la Edad Media y el Renacimiento, Botticelli pintó mujeres hermosas, cerradas sobre la conjetura de su espacio. En ellas la mirada del espectador se refleja, rebota incandescente como en un reluciente espejo, es difícil  penetrar en sus pieles blancas y marmóreas, clausuradas. Didi-Huberman escribió en“Venus Rajada” Dura es su desnudez: cincelada, escultural, mineral. Cincelada, porque el dibujo de su contorno es de una nitidez particularmente cortante, una nitidez que “arrebata” el cuerpo desnudo de su propio fondo pictórico…Esa es, a primera vista, la representación clásica, cuerpos ideales, adosados y diseñados a un fondo preestablecido.Sin embargo, en el mismo libro,el autor nos dice… en el latino místico, ese admirable libro escrito por Remy de Gourmont – que fue durante una época el libro de cabecera de Georges Bataille …dice La belleza del cuerpo se halla por entero en la piel. En efecto, si los hombres viesen lo que hay bajo la piel, dotados, como linces de Boecio, de la capacidad de penetrar visualmente los interiores, la mera vista de las mujeres les resultaría nauseabunda: esa gracia femenina no es más que saburra, sangre, humor, hiel. Pensad en lo que oculta en las fosas nasales, en la garganta, en el vientre: suciedad por doquier…”Una máscara y sus vísceras anudadas en la doble vida de los cuerpos.
A mediados del siglo IXX Aby Warburg escribió El Renacimiento del Paganismo,las obras de arte fueron reveladas por él como imágenes dinámicas y anacrónicas, desencadenantes de fuerzas ocultas. En la pintura El Nacimiento de Venus de Boticcelli, descubre la pervivencia de elementos dionisíacos; vientos que,ondulantes,sacuden a la diosa, mofletudos ángeles que miran,olas que sacuden la gran ostra, pliegues barrocos de un vestidotransparente. Elementos que no obedecen estrictamente a una fuente clásica,sino que alojan indicios un mundo primitivo. En Warburg ese elemento primitivo aparece como supervivencia residual de una memoria arcaica, la repeticiónde lo reprimido. Enlas pinturas de Botticelli lo dionisiaco se niega permitiendo la adecuación a los cánones estéticos y aun a priori espacio-temporal. Pero la imagen fluye con la vida y nos conduce a diversas lecturas, discontinuidades temporales acechan el plano de la representación: en lo racional lo irracional, en lo universal lo singular, en la mente el cuerpo.
A finales del Siglo XIV las místicas cristianas manifestaron su fe por la divinidad de manera singular, tan extrema que cada de una de ellas se convirtió en su propio templo. Las expresiones místicas, registradas por escribas personales, dan cuenta de sentimientos ambiguos y exagerados, que se manifestaron como trances, levitaciones y éxtasis. Catalina de Siena, describe el intercambio de órganos entre ella y Cristo, en sueños y alucinaciones abre su tórax sangrante,arranca su pequeño y rojo corazón para entregarlo al Dios amado. En misma época convivían personajes paganos como el hada Melusina, una combinación de dragón y mujer. De ella se conocen dos leyendas una cuenta que iba a casarse, pero cuando el sacerdote quiso bendecirla huyo despavorida dando grandes saltos y gritando aterrorizada. La otra dice que se casó con un hombre con la condición de que, nunca, intentará desnudarla. Vivieron por muchos años y tuvieron hijos hasta que un día el esposo la espió mientras se bañaba, descubriendo que la parte inferior de su cuerpo era de sirena. Melusina huyó convertida en dragón y sólo volvía por las noches a visitar a sus hijos. De la combinación de ambas historias resultó la persistencia del hada Melusina como diabólica y maternal, mala y buena, bella y monstruosa.
En las fotografías de las  histéricas de la Salpêtrière el sedimento expresivo, el éxtasis, la ambigüedad, el trance, la belleza, la carnalidad, parecen encadenarse en un prototipo histórico femenino que se ilustra en cada una de las imágenes. Aunque, siguiendo a Warburg, lo que hay, no es un ideal de mujer que se despliega en el tiempo, un eidos que sealberga en los cuerpos, sino sedimento reprimido que se expresa y expresándose, pienso con Merleau-Ponty, recompone creativamente su singularidad.
En las fotografías de las histéricas de la Salpêtrièreel plano de representación coincide con los diseños cartesianos de espacio y tiempo, sin embargo, esas mujeres con su gestualidad rasgan el plano, liberándose de la opresión del artefacto. Toda la Salpêtrière deviene cámara fotográfica en el señalamiento material del rasgo patológico;la definición cultural de enfermedad es lo que ensambla a las histéricas con las  coordenadas de un tiempo matemático, lineal. Las fotografías, en el revés de la imagen, en los nudos, convierte lo alienado en expresión, el mismo gesto que las desfigurada las libera. Hay una fotografía donde Charcot y sus discípulos sostienen el cuerpo de una paciente desvanecida. Un grupo de ellos observa y sus cabezas trazan una línea en el horizonte a la misma la altura de la cintura de la mujer, dividiendo el plano del cuadro y el cuerpo de la ella en dos partes: una superior y otra inferior: Melusina, Venus, Santa, Diabla, Diosa, Loca en la línea de la mirada se conjugan, se mezclan y reinventan.
Dice Yurevich, Mi primer paso será remontarme hasta los orígenes del psicoanálisis. Las preguntas que me formulo giran en torno al valor de la histeria en la elaboración del método psicoanalítico y las primeras hipótesis de Freud. Escuchar e interpretar a las histéricas será su genial aporte. En muchas de las fotografías de la Salpêtrière las mujeres sacan la lengua en contorsiones extrañas, la lengua entre el adentro y el afuera, asquerosa y sensual, la lengua biológica y expresiva. ¿No es acaso también una genialidad haberlas dejado hablar, que la lengua se ondule desatando y deshilachando el tiempo?
Dice Merleau-Ponty: cualesquiera que hayan podido ser las declaraciones de principio de Freud, las investigaciones psicoanalíticas desembocan de hecho no en explicar el hombre por la infraestructura sexual, sino en volver a encontrar en la sexualidad relaciones y actitudes de consciencia; y la significación del psicoanálisis no está tanto en hacer biológica a la psicología como descubrir en las funciones que se tenían por “puramente corpóreas” un movimiento dialéctico y reintegrar la sexualidad al ser humano.Así en la histeria hay histerias, pluralidad de cuerpos parlantes, experiencia y afectividad. Yurevich avanza en los momentos en que las investigaciones sobre las histerias proveen al psicoanálisis de sus conceptos más importantes, Edipo por Freud y “En el nombre del padre” por Lacan. El libro culmina con un necesario aporte sobre la maravillosa Camile Claudel y la materia expresiva de la escultura donde la singularidad se abre y despliega, como las hojas que en el otoño al caer ostentan dorado y rojo bajo un sol que se aleja.