jueves, 18 de noviembre de 2021

 

Reloj Araña

Silvina Sicoli

 

Tú eres como ellos, febril, juntando ramitas.

¿Quién negará que coser es esculpir?

¿Qué tejer es esculpir?

También hilar, cavar, anudar, nidificar…

Hacer que aparezca algo donde no había nada es esculpir.

Jean Frémon sobre Louise Bourgeois

 

 

 

I

Hilar

 

Pinturas, cerámicas y dibujos están hilados al espacio, un bucle de materia informe se libera de cualquier programa establecido y se enreda en la ondulada cresta de lo abierto. En el aire, entre cada cosa, flotan los restos de un cuerpo que se arma y desarma, el movimiento se adivina en partituras. Manos que se extienden en pequeños objetos artificiales, torsos desarmados, gatos con múltiples ojos, máscaras, fantasmas; fragmentos de un todo transfigurado en el hilado del sueño. Nace el tiempo de la araña que imagina y construye mundos en los rincones, en las ventanas, en los muebles viejos. Antiguos mundos que al mover sus hilos despiertan, suena en la noche un reloj sonámbulo y animal. La araña teje donde el olvido aumenta, disminuyendo así las posibilidades de una cronología funcional y enmarcada en el continuum que ordena los días. Al revés, como en el espejo de Alicia, el origen y el final se trenzan y se mezclan, urdimbres de colores en constelaciones infinitas e imposibles, telas de arañas que suenan, música para insectos hilando refugios de seda.

 

 

II

Cavar

 

 

El ojo es un hueco. El ojo es una caverna donde viven las imágenes. Es una geografía imposible de modelar donde crecen raíces, se encuentran piedras preciosas y se humedece el barro de la creación. El ojo es una cueva que nació en la prehistoria y aprendió a mirar como si cazara, pero en realidad el ojo es cazado por lo que ve. Lo que vemos cava y abre. El ojo es un infinito y un ínfimo punto; una estrella en la noche abierta o un punto punzando el espacio. Constelación arácnida cavando los sueños. 

 

 

 

III

Anudar

 

En antiguas comunidades la memoria se anudaba, quipus, en nudos almacenaban para el futuro los relatos épicos, la historia. La memoria, sin duda, es un nudo, se desteje y teje, una y otra vez. ¿Qué clase de memoria tienen las arañas? ¿Cuál es el aprendizaje de la seda en la tela suministrada por esos pequeños y poderosos cuerpos ancestrales? Todo se anuda a la materia en los recuerdos invisibles que siempre necesitan nacer, reiteradamente. Como un quipu de fragilidad las arañas escriben, escriben su historia. “Reloj Araña” de Silvina Sicoli anuda las fantasías a lo real, anotando o traduciendo, la enmarañada escritura de la memoria y el cuerpo.

 

 

IV

Nidificar

 

La araña vive en un reloj abandonado, adentro un viejo pájaro cucú habla con la araña; ella lo envuelve con hilos de seda e inventa la arquitectura de un hogar para seres desvalidos. “Reloj araña” es un nido, la nidificación artesanal de lo roto. Alegre, en su desparpajo, diseña un montaje quebradizo de maravillas inútiles, un paraíso de moradas blandas. El espacio de colores y formas pierde toda matemática, arriba o abajo el zigzag de anomalías teje, hilvana, pinta, en síntesis, ensaya una estridencia originaria, un devenir precario hacía los poético.