viernes, 27 de junio de 2014

sobre Ides Khilen


Ides Khilen
El arte es como un centro donde todos los lugares
  invisibles de la mente se vuelven visibles.  
Leonora Carrington

La obra de Ides Khilen es esencialmente sinfónica, un movimiento armónico entre el fondo y las figuras componen la partitura de una música diferente.  La materia reúne el movimiento del cuerpo y cierta felicidad del pensamiento al pasearse por esas maravillosas composiciones. El conjunto de su obra es la escritura plástica de una relación intensa entre la abstracción y la figuración, entre la simplicidad del lenguaje geométrico y la violencia del gesto.
Su relación con las vanguardias europeas, -más allá que en los inicios de su carrera Ides estudió en París con André Lothe y en Argentina con Emilio Petorutti y Batlle Planas, exponentes de las vanguardias locales- intuyo que su obra transita un sendero artístico  audazmente indeterminado. Un sendero  atomizado en un tiempo propio, temporalidad que Ides fue tejiendo para sobrevivir en el entramado de su pintura, en la sorpresa de su aparición reciente, el alejamiento voluntario del mundo del arte y el acercamiento poético  al centro de sus creaciones. Tanto su obra, como su estilo personal, pueden ubicarla en un grupo de artistas mujeres excepcionales como fueron Leonora Carrington, Leonor Fini y Remedios Varo. Todas ellas intensas y misteriosas, inmortales y extranjeras del mundo de las contingencias. Ellas solitarias y atrevidas rodean la racionalidad historicista de las vanguardias para rescatar de la modernidad la posibilidad de inventar e inventarse, como diosas paganas o hechiceras. 
Así, su pintura nos ubica en un territorio virgen del arte argentino y en una naturaleza indomable del arte en general, vinculada especialmente a la capacidad de reunir lo individual y lo universal, lo personal y lo heredado, lo visible con lo invisible, lo mítico y lo racional en el movimiento, en el oleaje, de la creación. Como en los primeros días, como el génesis inexplicable de todo lo que hay, alguien llamado Ides reinventa el arte para concederle a la emoción un lugar en la mirada.




jueves, 15 de mayo de 2014

Mujer Bonita

El arte sugestivo es como una irradiación de las
cosas en el sueño: es un desarrollo,
una expansión de nuestra propia vida.
Odilon Redon


La obra de Rosa González establece puentes entre sentidos diversos, la infancia, la materia, el objeto, el ornamento y el misterio que entrañan las cosas abandonadas.
Sujetas a un universo poblado de rostros ancestrales, femeninos y míticos  sus obras encuentran la reducción invertida de todo lo que hay: bordo luego existo. El mundo es posterior al entramado que el cuerpo imprime sobre la tela. La escritura, de objetos y bordados, es sometida al rasguño pacífico y afilado de una aguja que atraviesa el plano. El revés no es un espejo alterado sino la realidad necesaria de toda aparición.
Roger Callois advirtió una interesante contraposición entre el uso de los objetos que propone el capitalismo y aquel que hacen los niños. El capitalismo es pragmático y efectivo, las cosas no poseen coordenadas internas sino sólo líneas direccionadas para su producción y consumo. Los niños acumulan cosas en desuso y las ordenan bajo el criterio sentencioso de un mecanismo mágico, donde un espiral inexplicables abre el juego a la invención. Lo que nos recuerda Callois es que el mundo tiene diversas configuraciones, no estadios que deben ser superado. De todas las variedades el capitalismo es el menos aconsejable porque evidentemente olvida lo sagrado.
El mundo de los niños carece de función comercial, por lo tanto de muerte. La línea paralela entre la producción industrial y la línea de tiempo que conduce a cada uno de nosotros del nacimiento a la muerte se desvanece. El niño opera en una franja intermedia que manipula a su antojo en la repetición, superposición y acumulación. La dimensión abierta en el espacio del sin sentido no significa perder el mundo por el contrario es presencia absoluta de lo que la perspectiva adulta ha ocultado.
Rosa González pareciera operar en esa franja, donde resuena el rostro de una mujer hermosa en la distancia de los primeros sueños. Una mujer que es al mismo tiempo niña y se inventa en la guata porosa de cada una de sus muñecas, en el hilado musical de su puntada. Su ser artista desenvuelve la linealidad en el ritmo minucioso del ovillo colorido. A veces, enredada en la materia de sus trabajos, ingresa en un túnel que la aleja del mundo, pero la devuelve a una realidad visual que aparece en sus obras.
Allí, en ese universo felizmente desordenado y lúdico, en el espiral barroco y terrible de las cosas bellas que crecen en la infancia, el arte cobra las imprecisas y generosas formas de lo vital.  
      



miércoles, 23 de abril de 2014

Dobles
 “Una vez más, y como un escalofrío, me entró cualquier
intento de defensa la certeza de hallarme en una estrofa
de un poema ajeno, y me sacudió de tal forma que miré
furtivamente a mi alrededor por si me habían visto.”
Werner Herzog, La Conquista de lo Inútil

Hace unos meses leí un cuento del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro donde el personaje principal convencido de la existencia de un doble radicado en Australia, abandona su rutina habitual para encontrarlo. En un relato de Julio Cortázar una chica desde Argentina escribe cartas a una joven idéntica a sí misma que vive en un frío país del norte. En ambos casos, el encuentro tan ansiado con los dobles no fueron experiencias felices. Por el contrario aquellos que se consideraban la versión original advirtieron que la ingenuidad que guiaba sus búsquedas no era la misma que habitaba en aquellos dobles. Pronto descubrieron que sus doppeltgänger se engullían sus vidas personales para sumirlas en una identidad ajena. El espejismo posee cualidades camaleónicas inmejorables y no se somete fácilmente a los designios de un demiurgo terrenal que, al igual que él, ocupa con su cuerpo el espacio y con su historia el tiempo.
En los cuentos, como en el video Dobles de Leticia Obeid, el problema de la identidad parece tornarse un juego distinto de los principios de la lógica tradicional, un ser puede ser y no ser al mismo tiempo. Irrumpe en la realidad transcurriendo como una ficción o buscando ese reflejo que atestigüe la propia existencia. Me acuerdo de una anécdota que relató Silvio Mattoni en un seminario sobre poesía argentina, el encuentro de Juan L. Ortiz con un supuesto doble en un ascensor de China. Después de aquel acontecimiento la relación con su propia orientalidad se vió más afectada, afirmada con más contundencia. Evidentemente los dobles no son tales, la dialéctica del amo y el esclavo subsiste en esa tensión por la unidad, a la que finalmente se ven reducidos, para habitar el mundo real. En el caso de Juan L. Ortiz no se advierte esa tensión traumática, como en los cuentos, pero si una diferencia; la orientalidad del doble acentúa el estilo del poeta Entrerriano.     
La distancia geográfica es una característica de los ejemplos, en el corazón de lo idéntico se reúnen lo lejano y lo cercano, lo conocido y lo desconocido. El otro, que soy y no soy hace, muchas veces, del mundo un lugar más extenso y habitable, una morada donde perseguir destinos variados. Los dobles, los reconocidos actores del doblaje mexicano entrevistados por Obeid, son puentes para transitar realidades desconocidas pero a su vez muy familiares, culturas distintas pero afectivamente cercanas. En el contexto de la monumental industria televisiva y cinematográfica la artista rescata los cuerpos ocultos como doppeltgänge de nuestra sociedad actual. Sociedad que no sólo niega la posibilidad de jugar con identidades múltiples, alienígenas, inventadas o creativas sino peor aún sostiene ese proyecto modernista en el ocultamiento de lo distinto.    
Las entrevistas realizadas en Dobles y también la clase de doblaje impartida por Humberto Vélez en el video Los sonidos de atrás, expuesto actualmente en el Museo Caraffa, abundan en alegres afirmaciones. Las filmaciones de Obeid muestran los rostros y los cuerpos que han donado sus voces al entretenimiento, potenciando la fuerza indomable de lo particular.  

Mariana Robles

.    












Dobles
Los vídeos Dobles y Los sonidos de atrás de Leticia Obeid se exhiben actualmente en las salas del museo Caraffa. Ambos transitan una zona indefinida entre el documental y el vídeo arte. En esa intersección de géneros la artista propone una poética que se construye simbióticamente entre historia y afectividad, entre realidad y ficción.
Dobles se compone de un conjunto de atractivas entrevistas a populares actores del doblaje mexicano que, en primera instancia, sorprenden por la originalidad de la temática y en segunda por el valor conceptual del material simbólico que se descubre detrás de la pantalla del cine y la televisión. Dobles funciona como un espejo, quizás como el espejo de Alicia, donde Obeid invierte lo que vemos, para mostrar lo que escuchamos. Estos actores no son meros traductores mecánicos que atienden las normas de un lenguaje diseñado, sino que son intérpretes sumamente creativos. La práctica actoral del doblaje supone una conciencia extrema de la expresión, cada uno de los entrevistados advierte sobre la importancia de su trabajo, al mostrar la oculta tarea de sus palabras. Palabras que lentamente se convierten en la afirmación de sus propios gestos y develan los variados sentidos del habla según su idioma, afección, sonido y modulación.
Dobles se compone de cinco entrevistas donde aparecen los rostros de Humberto Vélez, Dulce Guerrero, Francisco Colmenero, Marina Huerta y Jorge “Tata” Arvizu. Ellos trasladan sus voces a conocidos personajes como Homero Simpson, la princesa Fiona, papá Pitufo, Marge Simpson y Pedro Picapiedra, entre otros. Los relatos de los actores son tan apasionados y vivaces que les concedemos la virtud de ser protagonistas principales de cada guión, el merito de haber dado existencia a muchos entrañables personajes.
Obeid descubre y señala un limbo sobreviviente en esos estudios de grabación entre salas de ensayos y consolas de sonido. Un reducto para el espectador donde se originan  experiencias cotidianas, recuerdos infantiles, huellas de una generación o afinidades emocionales. La memoria parece aquí enredarse, confundirse con el lenguaje y transformarlo en cuerpo propio. Una matriz imaginaria recompone las fantasías y cada ficción nos devuelve una realidad posible, una realidad vívida.
En el otro vídeo expuesto Los sonidos de atrás Humberto Vélez junto a un asistente imparten una clase de doblaje. La alumna y los docentes se encuentran en un estudio de grabación, ella repite una y otra vez las palabras que acompañaran el rostro de una asesina en una película extranjera. Modula su voz mientras observa a una sensual mujer proyectada en la pantalla. A cada segundo la imagen se detiene, la boca y la mirada de la actriz se desdibujan mostrando un gesto grotesco, la fracción de segundo que la edición ya no podrá volver a unir.




martes, 18 de marzo de 2014


Otras voces
Dobles de Leticia El Halli Obeid

Según toda apariencia, el artista actúa a la manera
de un médium que, desde el laberinto,
al otro lado del tiempo y del espacio,
busca su camino hacia un claro.
Marcel Duchamp

Si el camino hacia el claro, se busca desde el laberinto, al otro lado del tiempo y del espacio suponiendo que en la distancia entreverada de oscuridad algo se alumbra, el  arte se afirma creando el futuro, aunque a primera vista este no anuncié mucho más que lo predecible. Quizás una de las formas más bellas de hacerlo coincida con la verdad inagotable de las percepciones iniciales: la visión de los primeros juegos o los sonidos que se repetían cada tarde, ahora atmósferas de un largo sueño. Es probable que en esa arquitectura sin linealidad detectemos una luz y aquello que el transcurso del tiempo convirtió en recuerdo.
El vídeo “Dobles” de Leticia El Halli Obeid convoca las tonalidades de una memoria emotiva que en principio resuenan en las coordenadas colectivas pero que también afectan el recuerdo en sus fibras íntimas. Una interesante tensión entre los aspectos sociológicos y psicológicos atraviesa el documental donde se muestra a los intérpretes del doblaje mexicano más populares de la industria. Por un lado nos encontramos con un submundo de actores que hacen de su voz un intérprete perfecto no sólo por el rigor y la seriedad con la que experimentan su trabajo sino también por la capacidad para lograr una fusión perfecta entre la voz propia y el cuerpo ajeno. Por otro lado el espectador sonriente descubre el rostro de voces encarnadas en la reiteración y la persistencia. Así “Dobles” pone en evidencia mecanismos de naturalización vinculados a la trama de lo virtual como el cine o la televisión: reptantes que invaden la realidad hasta confundirse en ella.
En el transcurso de las entrevistas, en la revelación del rostro, nuestro shock se potencia. Descubrimos que la voz de Marge Simpon o la Princesa Fiona surgen de un cuerpo humano antes oculto, de un sujeto particular como el de Dulce Guerrero o Marina Huerta que en el abandono de sí mismas se convierten en otras. Esas construcciones, esos Frankenstein, productos de la técnica y sus habilidades para el montaje, efectúan el artilugio necesario, para afirmar en esos aparatos la representación de una unidad.
En el intersticio donde las palabras dejan de pertenecer al orden del intelecto y el lenguaje recobra la significancia carnal, “Dobles” acierta en la búsqueda de gestos que ordenan cada fragmento.
Las entrevistas revelan ese mundo que desconocemos y nos advierten que el poder, efectivamente, habita en todas partes. En algunas ocasiones los intérpretes modifican los libretos, traducen los contenidos o dan vida a esos personajes que son doblados para América Latina. Surgen nuevos sentidos, a veces muy lejanos al original, las pausas, los silencios, los colores de las voces olvidan la referencia.
En un nuevo vídeo de Obeid “Los sonidos de atrás”, también instalado en las salas del Museo Caraffa, Humberto Velez imparte sus clases. El actor señala a su alumna, en un ademán efusivo, que su tono de voz tan suave no responde con las características del personaje y que además no olvide que nosotros somos latinos, apasionados y exagerados. Así el actor invoca un habla persistente más allá del poder, de un doblaje que no es y de unos dobles que no somos.    







 Videos- Leticia El Halli Obeid
                                                                                                                                                       Pero la canción popular es para nosotros,
en primerísimo lugar, un espejo musical
   Del mundo, melodía originaria que
 busca la apariencia paralela del sueño
y que la expresa en la poesía.
  La melodía es por lo tanto lo primero
y lo universal que puede tolerar
por ello también varias objetivaciones...
Friederich Nietzsche
                                    
Básicamente me interesa acentuar tres aspectos, que están íntimamente relacionados y conforman una trama de significaciones bastante compleja, que no son la totalidad de la obra de Leticia, pero sí una importante parte de ella.
El primero tiene que ver con las acciones propuestas en torno a la interpretación, el segundo  con la repetición y el tercero con la relación entre la música y el lenguaje.Estas ideas se ven de diferente manera en toda la obra pero más explícitamente en algunas como en Auriculares, cuando hay alguien que está escuchando una obra musical, la interpreta y transmite aquello que escucha, aparentemente lo que hace, en un primer momento nos puede parecer simple, mecánico, fiel y directo, pero que empieza a adquirir complejidad cuando en el recorrido de lo que escucha a lo que dice, interfieren el tono de voz, los movimientos, los gestos, el cuerpo de esa persona en particular, el lugar donde está y otros factores, que van convirtiendo a esto en una interpretación que es una nueva creación.
Lo mismo sucede con Relatos, las obras adquieren otro sentido en la narración, el observador las resignifica en situaciones personales, genera nuevas imágenes y las traslada a un universo particular y subjetivo, donde la objetividad del genio es reemplazada por los momentos que inquietaron  intensamente a un espectador cualquiera en la situación de la contemplación.
En este sentido cualquier persona está en las mismas condiciones frente a una obra de arte y hasta del propio artista, en el momento, en que su experiencia es la que da magnitud y vida a lo contemplado, el que habla incorpora la obra a su relato, no es un objeto ajeno y lejano sino que cobra importancia porque su presencia modifica su existencia y viceversa, el espectador modifica a la obra, y la experiencia, el hecho de que algo suceda, es lo que genera esta situación.  
Que todo esto forme parte de la obra de Leticia hacen de ella una suma de obras de arte, su unidad está dada por el hecho de que todo es interpretación, pero a la vez convirtiéndose en una obra abierta, todo esto que estoy diciendo, y lo que cada uno de los espectadores esté interpretando, podrían ser una variación de la misma idea subyacente en ella.
Lo que no podemos determinar es el origen de todo esto, ¿cuál es la obra originaria? ¿Hay tal obra originaria? ¿Hay algo previo a la interpretación? Porque de hecho no hay ninguna obra que no haya tenido un espectador, ¿la obra existe sólo porque alguien la contempla o es necesario que modifique o ilumine algún aspecto de la realidad ? ¿Es posible captar algo  en su estado de pureza? ¿Puedo salirme de mis posibilidades de interpretación? ¿Puedo ver lo que está ahí afuera, que alguien creó?
Pareciera que si la experiencia logra anular la distancia entre el artista, la obra y el espectador, hay un lugar donde se produce el nacimiento del arte.
Quizás  podemos encontrar alguna respuesta de esto en el texto de Nietzsche, cuando en este fragmento dice que la melodía es lo primero y lo universal, conectándolo con la obra de Leticia, con la aparición constante de la música y con su búsqueda de una melodía del lenguaje, podría ser que lo que ella esté buscando sea esa melodía que configure un universo para todos, sin anular las particularidades, pero tampoco sin aislarnos por ellas.
En orden y en Escribir, leer, escuchar la repetición es una acción que consiste en insistir frente a lo mismo, hacer una y otra vez el mismo gesto, como un instrumento poderoso que permite cambiar el curso de las cosas.
Existe cierta relación con el deseo, desear y repetir crean un ritual, esta imagen me hace pensar en  los procesos de aprendizaje como un ritual, un niño cuando está aprendiendo el lenguaje, repite incesantemente aquello que incorpora, todas las cosas para ser incorporadas fueron repetidas, pero también al incorporarse la repetición como modo habitual y mecanizado, se pierde la intención originaria del ritual y el significado primero del objeto de deseo.
Leticia se somete voluntariamente al acto de la repetición, como una especie de sacrificio, un acto nostálgico en búsqueda del sentido originario. Vení expresa aquello que es deseo porque no ocurre mientras ella repita la palabra que expresa el deseo, pero que finalmente nunca podemos expresar correctamente, o lograr la correspondencia exacta entre eso que pensamos y sentimos y lo que podemos manifestar.
La palabra se repite, una palabra, la misma palabra sobre sí misma intensamente, logrando nada, solo repitiendo la palabra hasta agotarla, y agotarla es transformarla en música.
La culminación del lenguaje, cuando pierde sus formas y se desfigura es transformarlo en melodía. Quizás esta melodía que se encuentra al deconstruir, sea la misma que estaba en el inicio, antes de ser aprehendido y usado.
Pero en Relatos también podemos encontrar otra manera de entender el lenguaje y la repetición, la obra es relatada, es contada y adquiere sentido en el momento de comunicarla, expresar verbalmente un recuerdo, la reconstrucción es creada a través de las formas del lenguaje, no hay una relación previa antes de ser comunicada, de ser expresada por palabras, de contarle a otro lo que tuvo efecto de bello en mi.
En la mayoría de los trabajos aparece la música como elemento que viene a completar el lenguaje o quizás a cambiar el rumbo de la comunicación y de la expresión. En algún sentido cuando hablamos de repetición, ambos -el lenguaje y la música- tienen esta posibilidad, porque estructuralmente son realizados de esta forma.
Pero la música trasciende el estado de mera repetición al dejar de ser texto y convertirse en acción y el lenguaje por el contrario pierde y se aleja del origen y se vuelve convención en el acto constante de la repetición y su uso.
Este antagonismo entre lenguaje y música consiste en que el primero pierde su melodía en el uso y su especificación con respecto a las cosas, por el contrario la música se desborda en los estados de repetición encontrando su expresión máxima, como sucede en el ritual.
Cuando Leticia insiste en su búsqueda en una relación casi violenta con el lenguaje acude a la música como medio para abarcar la totalidad de sus ideas y algunos aspectos que en la comunicación quedan fuera como el silencio y el significado gestual y físico de las palabras.
Y finalmente me parece interesante resaltar que a pesar de que la obra de Leticia abarca ideas muy amplias como, el lenguaje, la interpretación, la repetición, el origen de la obra de arte, la traducción, estos conceptos están contextualizados y recortados en función de una idea propia y contenidos en el marco de su obra.

Auriculares 
No hablar, escuchar y acompañar con mi voz lo que sucede, en este momento, ahora, esta sucediendo algo y participo de esta acción, aquello que debería estar en primer plano, la obra de arte, esta oculto, otro se manifiesta y aparece, otro transmite la  belleza. 
Interpretar es crear.
 Escuchar y cantar al mismo tiempo. Cualquiera podría hacerlo, cualquier persona puede escuchar y cantar. 
La obra de arte vive en la manifestación de su intérprete, de aquel que la comunica.
Repetir lo que escucho, los gestos, las miradas y el movimiento generan una red, donde la presencia del sujeto y su universo particular se incorporan a la obra y la delimitan a su propia intención.
Fuera de esta situación no hay significaciones y quizás tampoco obras de artes.

 Maqueta
La música, el lenguaje, el arte como propiedad que cobra sentido cuando forma parte del ideario del sujeto particular. La belleza es una creación constante, apropiarse  de su contenido su forma es parte de mi forma, su manifestación es la manera en que se comunica como lenguaje y la búsqueda de crear uno propio, un lenguaje que  pueda transmitir la totalidad de las ideas ¿cómo hacerlo? ¿Cómo incorporo los gestos y el deseo?
Leticia repite un texto que escucha y que traduce y que otro puede leer, y así sucesivamente como infinitos espejos que intentan mostrar y deslizar cada vez mas hacia el otro el contenido de una idea.             

Orden
La relación con el silencio, insistir, el deseo consiste en la multiplicación, en la construcción a través de la repetición, cada impulso genera la acción de convocar, aparece otra vez el ritual, el escribir, registrar, son huellas, marcas que concretan el deseo.
La aparición de la música como situación límite, el sentido del lenguaje sin forma.
Las letras encuentran su propio sonido, el deseo encuentra la forma sin límites, que se transforma en algo que no es deseo y el arte es algo que ya no es deseo y el deseo es un lugar anterior al arte, ¿cómo se construye entonces un mundo conectando el deseo con la realidad en el límite de la formas?

Escribir, leer, escuchar.
¿Cómo puede una obra de arte abarcar la totalidad de aquello que se quiere transmitir?
el silencio, la melodía de aquello que no puede decirse, los significados particulares de cada cosa y cada palabra.
Las formas en que manifiesta algo. La forma de un invento, puede modificar lo establecido en función a una intención particular, lo que de otra manera permanece petrificado y estático.
La melodía tiene movimiento y subvertir el orden de las cosas parece consistir en imprimir movimiento a lo que se presenta como acabado y sin vetas.

Relatos

¿Dónde terminan los efectos de una obra de arte? ¿Cuál es el límite real de obra de arte?
¿Cuál es la importancia de la materialidad de una obra de arte? ¿pueden en el arte manifestarse ideas sin una forma específica?
En Relatos las obras de arte encuentran su determinación final en la descripción personal, en la relación con el mundo particular de cada uno, el efecto del genio se aniquila cuando cada obra adquiere sentido en un momento y situación personal.
Los recuerdos, gestos, descripciones, de cada relato nos llevan a la infancia,  los secretos la soledad de cada observador, pero no a la del artista, a su vez cada uno de estos relatos podría haber sido de una manera, el día anterior y de otra al siguiente, porque en la narración no interviene solo el recuerdo de la situación frente a la obra, sino el momento actual de contarla y en este sentido la obra se vuelve una infinita posibilidad de formas como tantos relatores y relatos de ella existan.
         


Córdoba, Septiembre 2004






La juventud

Todo elemento aislable del universo aparece siempre
como una partícula que puede entrar en la composición
de un conjunto que lo trasciende. El ser nunca se encuentra
 sino como conjunto compuesto de partículas
cuya autonomía relativa se mantiene

Georges Bataille


La obra de una artista planteada retrospectivamente reúne una trayectoria en el tiempo y puede contar la historia del arte a través de la única y singular manera de aparecer en ella. Por lo general, las ocasiones expositivas que se enmarcan en dicho concepto,  suelen responder a características que trascienden la imagen y las formas, invocando las etapas cronológicas y las diferentes transiciones estéticas a lo largo de una vida.    
Martín Russo también propone una retrospectiva que atraviesa el tiempo pero no de manera lineal sino como un impulso que se enreda en las coordenadas de un tiempo imposible. La juventud se vuelve potencia y busca permanecer abierta en la obra.
La mirada no recala en el pasado de su propia vida. Diversos órdenes cronometrados son reemplazados por el ritual de un tiempo antiguo, una memoria prendida del instante en la materia, retenida en la imagen de civilizaciones que hablan una voz distinta.
Entre los objetos, los dibujos y la pintura el color se presenta irreductible: el lenguaje de las cosas, los rostros y el paisaje también de la geometría y la abstracción. No es la determinación de un limitado aprendizaje formal sino la expansión de la constante búsqueda de lo que piensa su estilo, lo que asoma a la mirada.
Por último, una serie de llamativas máscaras reafirman la primitiva tensión de la obra. Los rituales se alejan de los actos triviales de las individualidades modernas, entre lo sagrado y lo pagano conmemoran la unión del uno con el todo. La obra de Russo, fragmentada por el entusiasmo y el deseo aparece como la parte estridente de un todo incalculable y poderoso pero que felizmente recién comienza.


Lic. Mariana Robles
Córdoba – marzo de 2014