martes, 18 de marzo de 2014


Otras voces
Dobles de Leticia El Halli Obeid

Según toda apariencia, el artista actúa a la manera
de un médium que, desde el laberinto,
al otro lado del tiempo y del espacio,
busca su camino hacia un claro.
Marcel Duchamp

Si el camino hacia el claro, se busca desde el laberinto, al otro lado del tiempo y del espacio suponiendo que en la distancia entreverada de oscuridad algo se alumbra, el  arte se afirma creando el futuro, aunque a primera vista este no anuncié mucho más que lo predecible. Quizás una de las formas más bellas de hacerlo coincida con la verdad inagotable de las percepciones iniciales: la visión de los primeros juegos o los sonidos que se repetían cada tarde, ahora atmósferas de un largo sueño. Es probable que en esa arquitectura sin linealidad detectemos una luz y aquello que el transcurso del tiempo convirtió en recuerdo.
El vídeo “Dobles” de Leticia El Halli Obeid convoca las tonalidades de una memoria emotiva que en principio resuenan en las coordenadas colectivas pero que también afectan el recuerdo en sus fibras íntimas. Una interesante tensión entre los aspectos sociológicos y psicológicos atraviesa el documental donde se muestra a los intérpretes del doblaje mexicano más populares de la industria. Por un lado nos encontramos con un submundo de actores que hacen de su voz un intérprete perfecto no sólo por el rigor y la seriedad con la que experimentan su trabajo sino también por la capacidad para lograr una fusión perfecta entre la voz propia y el cuerpo ajeno. Por otro lado el espectador sonriente descubre el rostro de voces encarnadas en la reiteración y la persistencia. Así “Dobles” pone en evidencia mecanismos de naturalización vinculados a la trama de lo virtual como el cine o la televisión: reptantes que invaden la realidad hasta confundirse en ella.
En el transcurso de las entrevistas, en la revelación del rostro, nuestro shock se potencia. Descubrimos que la voz de Marge Simpon o la Princesa Fiona surgen de un cuerpo humano antes oculto, de un sujeto particular como el de Dulce Guerrero o Marina Huerta que en el abandono de sí mismas se convierten en otras. Esas construcciones, esos Frankenstein, productos de la técnica y sus habilidades para el montaje, efectúan el artilugio necesario, para afirmar en esos aparatos la representación de una unidad.
En el intersticio donde las palabras dejan de pertenecer al orden del intelecto y el lenguaje recobra la significancia carnal, “Dobles” acierta en la búsqueda de gestos que ordenan cada fragmento.
Las entrevistas revelan ese mundo que desconocemos y nos advierten que el poder, efectivamente, habita en todas partes. En algunas ocasiones los intérpretes modifican los libretos, traducen los contenidos o dan vida a esos personajes que son doblados para América Latina. Surgen nuevos sentidos, a veces muy lejanos al original, las pausas, los silencios, los colores de las voces olvidan la referencia.
En un nuevo vídeo de Obeid “Los sonidos de atrás”, también instalado en las salas del Museo Caraffa, Humberto Velez imparte sus clases. El actor señala a su alumna, en un ademán efusivo, que su tono de voz tan suave no responde con las características del personaje y que además no olvide que nosotros somos latinos, apasionados y exagerados. Así el actor invoca un habla persistente más allá del poder, de un doblaje que no es y de unos dobles que no somos.    







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