Marisol San Jorge
Invención en una dimensión intermedia
…
al principio el anhelo primario no reconoce
espera
porque vive en el sin tiempo del instante absoluto.
León
Rozitchner
El Rey
de Burlas, un personaje mitológico de La
Rama Dorada de Frazer, no puede
conectar el cielo con la tierra, vive
en la atmosfera o aire que existe entre ambos mundos. Los seres invisibles y
sobrehumanos lo rodean de espejos y se burlan de él, porque no sabe si ellos vienen de la tierra o del cielo.
Ese
espacio intermedio es revelador, un territorio indefinido, poblado por seres
desconocidos, que conecta los opuestos: cielo-tierra y todas sus implicancias.
Allí las categorías adjudicadas por la ciencia y la filosofía occidental al
tiempo y el espacio, al cuerpo y la naturaleza, al lenguaje y las cosas, se
desvanecen.
Heidegger
también nos recuerda una dimensión efectiva entre lo celestial y lo terrenal, y
se detiene en la poesía que los griegos creían medida entre ambos mundos. Un
poderoso intento del autor de El ser y el
tiempo por devolver al lenguaje la cualidad originaria, recuperar lo real y
hacer del ser la casa del lenguaje.
Aby
Warburg, historiador de la cultura, estudió un fenómeno curioso: el ritual de
la serpiente de los indios Puebla. Warburg dice que ellos están en un singular estado de hibridación y transición…
Ellos no son hombres del todo primitivos… pero tampoco como el europeo, confían
su porvenir a la tecnología… Los Puebla viven entre el mundo de la lógica y el
de la magia, y su instrumento de orientación en el símbolo. Gracias a las
posibilidades del mito ellos abren el espectro de lo que entendemos por
realidad y acceden a un intercambio de información entre ambos mundos; el de la
magia y el de la lógica.
La
prolífica obra de Marisol San Jorge, que se presenta en Escondido al Revés, recoge y ordena todas estas ideas, citas, notas
históricas; su obra también señala y construye un espacio intermedio.
San
Jorge configura un universo donde las imágenes provienen de mundos remotos pero
se materializan en formas actuales: la infancia, las primeras visiones,
ancestrales vocablos, una sensación de magia casi indescriptible, lo animal que
nos habita y un misterio que acecha, aparecen reflejados en los objetos
cotidianos, en la publicidad, en la indumentaria o en situaciones más
extravagantes como los gallos de riña.
Una
tensión subsiste en sus trabajos, una búsqueda para localizar la frecuencia
humana que ronda los territorios de la materia, lo primitivo y lo mágico. Un
desarrollo circula une la niñez y la vejez, lo primitivo y lo cultural como
fisuras de una misma corporalidad.
La
riqueza de Escondido al Revés, su
osadía y posibilidad creativa se sustenta en esta iniciativa de tráfico simbólico
entre universo diferentes. Sin detenerse definitivamente en ninguno de ellos,
sin retener el flujo de la conciencia en una forma espacio-temporalidad determinada;
en el mito, la realidad inmediata o la sensualidad de las formas. Lo que se
presenta es un lugar donde habitar, transitar y reconocer una tensión animal
que nos sobrevive, una conexión con un aspecto espiritual y lingüístico que
excede nuestra cosmovisión más estereotipada. A través de la invención de
imágenes híbridas, sumergirse en un flujo de interpretación amplio, que nos permita
decodificar la impenetrable lengua de los objetos, el mensaje secreto de una
serpiente, la intensidad de una presencia, más allá de la especie.
Por
la vía del arte, del ritual creativo y de apropiación de conocimiento los
fantasmas se organizan. San Jorge invoca oblicuamente formas de ver el mundo
que no reconoce conscientemente, pero allí están, coincidiendo.
Asimismo,
la artista, descubre las burlas de la realidad, esos espejos que muestran el misterio desvirtuado, toda la
cultura del entretenimiento se ocupa de alejarnos de la animalidad, del
erotismo, de la carnalidad con sus estereotipos animados. Dicen Dorfman y
Mattelart …la regresión infantil señala
el límite de un clisé del buen salvaje. Más allá de él está el feto salvaje,
que por razones de recato de sexual Disney no mostrará.
Esas
imágenes de personajes infantiles de San Jorge, de referencia a un imaginario
primario pero principalmente la constante intensión de formatear una supuesta
percepción común problematizan la mirada y la existencia de un mundo
civilizado.
Al
parecer sus obras, habitan ese
misterioso espacio intermedio, liberado de las restricciones lineales de la
causa y los efectos. Todo objeto si se los modifica, al cambiarlo de escala, de
sustancia, combinarlo con otros objetos, se libera de la conjetura dualista del
cielo y de la tierra. Suspenden sin más la distinción entre Apolíneo y
Dionisiaco, entre bien y mal; recuperando una amoralidad primordial que en un
sentido carnal nos atraviesa.
Somos
originariamente caníbales, reprimimos esa pulsión, ese deseo indescriptible de
devorar a nuestra madre, tenerla adentro nuestro, como alguna vez ella nos tuvo
a nosotros; ser nuevamente una materia única e indiferencia, lenguaje
originario. Pero la resolución de la pulsión no es la efectiva consumación del
hecho, sino el movimiento, la potencia corporal que oscila entre la destrucción
y la creación.
La
muerte, ese miedo definitivo y atroz, se reduce a escalas culturales, San Jorge
elimina el componente lineal, zigzaguea por el tiempo y el espacio. El
apocalipsis se ordena cíclicamente y en el horizonte de una distancia infinita
viene y va sin instalarse definitivamente.
Escribe
Ticio Escobar sobre los rituales de los indios Ishir: “el nivel perfomatico del
rito debe ser tomado en forma literal; es decir, los Ishir no pueden esperar
que las invocaciones realizadas a través de sus rituales produzcan
mecánicamente los efectos buscados.” Marisol tampoco busca la inmediata
resolución del misterio simplemente sabe que haciendo, creando, se acerca a un
conocimiento que no se aprehende, se experimenta. La inexplicable pero excesiva
y vivaz existencia de cualquier cuerpo que atesore una sombra, es suficiente
para el volcán del deseo.
Mariana
Robles
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