La historia del paisaje y la historia de
la representación se retroalimentan desde sus orígenes, diferentes fusiones,
significados y caminos modelan y ordenan su relación que, más allá de las
numerosas variaciones socio-culturales, nos acompaña hasta nuestros días.
Evidentemente, la importancia radica no sólo en la investigación proveniente de
la realidad, la posibilidad de observar e indagar el mundo que nos rodea, sino
también en conocer algo más sobre nosotros mismos; nuestro sistema perceptivo y
sensibilidad. Entre el paisaje y el artista se teje una relación aún más
molecular e intensa y es aquella que anuda la visión a la materia. Son hermosas
las notas que Irene Kopelman, autora de la exposición Puntos Cardinales, realiza en el contexto de sus exploraciones, ella
nos cuenta sorprendida que ha logrado reconocer el paredón donde antes estuvo
dibujando y escribe: …se ha vuelto tan parte de mi sistema perceptivo que no
hay margen de error en la locación. Me duermo viendo líneas en una superficie
roja, es impresionante, nunca deja de impresionarme lo que el dibujo hace en
nuestro sistema. La idea de
reconocimiento es poética en su trabajo, con diferentes situaciones artísticas,
dibujos, pinturas y esculturas, Kopelman ensambla un territorio en los límites
de una nueva geografía: en Pampa de Achala y Sierras Chicas, en Ischigualasto y
una zona cercana a Jáchal, San Juan, finalmente, en Puerto Madryn. El sentido
de su mapa, las operaciones espaciales que en él se plantean, excluye la
posibilidad de un recorrido lineal. Los reiterados dibujos y esquemas que se repiten,
sesión tras sesión, en un sitio determinado o a una especie particular, florecen
a la luz de la insistencia de Kopelman frente a la inestabilidad del mundo. Su
relación con la ciencia, su constante apertura al campo del conocimiento,
obedece a un interés por rescatar del último extracto jerárquico, tanto teórico
como fenoménico, a las irregularidades detectadas según ciertas normas
epistemológicas, su heurística no obedece patrones pero los reconoce para
evadirlo. Con su método dejamos atrás la retícula geométrica, el modelo
abstracto y matemático moderno, aunque queremos entender lo que la piedra tiene
de mineral o la raíz de vegetal también investigamos el lenguaje de sus formas,
sus diferencias y singularidades en un universo complejo y fractal. Saber hasta
donde llega la ciencia, hasta donde el arte, el ojo y la mano, observando y
dibujando una y otra vez.
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