lunes, 6 de febrero de 2023

El despojo de las imágenes ardientes

 


 

con lo orgánico comienza también la estética

Frederich Nietzsche

 

Las cosas y las ideas son mucho menos disciplinadas

que los hombres: ellas se mezclan unas con otras sin preocuparse

por los interdictos o las etiquetas;

Emanuele Coccia

 

Como flores o enredaderas deshojándose las obras vuelven a una tierra imaginaria, a un humus fundante o barro originario y crecen, se extienden hasta confundirse con el paisaje, las cosas o los sueños. Nada saben de lo bello porque en el olvido de sí sobreviven protegidas por finas capas de viento, muchas delicadezas superpuestas que las anudan a hilvanes del pasados y retazos de un incierto porvenir.

Las imágenes despojadas tienen contornos difusos, sombras inquietas en dimensiones diversas, se alejan de formas opresivas y libres de toda categoría imitan nubes, incendios o antiguos herbarios. Los pétalos llueven desde el aire, en un otoño que pulsa el ciclo de la vida, y en la memoria de la naturaleza se duermen hasta nuevas floraciones. Los colores, texturas, tallos y ramificaciones de una materia orgánica, reconocen tinieblas, fantasmas, vacíos o fuego en el corazón de lo inclasificable. Las obras continúan el camino de las expresiones cosmológicas y geológicas: tormentas, huellas, eclipses, constelaciones, volcanes, sedimentos, estratificaciones. Sus imágenes se consumen y renacen en la fogata del sol ardiente, en su dependencia con la levedad del ritmo y en nuestro arraigo corporal a cada atardecer. En uno de sus misteriosos poemas Valentine Penrose escribe: “me florezco en círculo como una tiara como un alba / mi mano da una estrella y una estrella la otra / hablo a las chispas” todo transformándose en luz que estalla, astilla, abre. Así, las imágenes en su singular erótica del despojo renuncian a la historia, se marchitan y, simultáneamente, se encienden en capullos ocultos.

Las imágenes desnudas, blandas y frutales, entre piedras o arroyos nacen en el mundo. Explotan en las figuras de un pensar ardiente, chispazo epifánico o anacrónico. Crear, criar, esperar en el dolor y la felicidad, con toda la energía del universo a disposición de algo único, pequeño e impredecible que intenta brotar entre cenizas.


El alfabeto de los fantasmas 

Mao ovelar

Las cosas y sus dobles, las sombras y sus organismos de laberinto, los gestos de las partes de un todo fragmentado y roto. Lo roto encendido y vital anunciando que, en el dibujo incompleto de los cuerpos, crece la noche.


Atlas de sinuosas revelaciones

Marcela Bosch

 En los dispositivos del mundo el ojo se despierta simétrico, como al mirarse en un espejo de cristales mágicos y, al acercarse, encuentra que lo oculto tiene densas capas, entre regiones extensas de paisaje y marañas. 

 


El color de la distancia

Nilda Mediavilla

 Los espacios cercanos entibian la mirada, los lejanos artificios de los sueños y el deseo; tinieblas de materia donde el mundo se recorta y afirma. Horizontes extraños donde nacen presencias nocturnas, nimbadas, en las fronteras sedientas de lo abierto.


Corazas que duermen en el cuerpo

Dianela Paloque

 Inventario de agujas, espejos, molduras blandas con olor a tierra, huellas de la ensoñación latiendo en la piel. El fulgor del roce entre las cosas y sus sombras; húmedos papiros replicando los senderos imaginarios de jeroglíficos desconocidos.


El agua, las flores y los libros

Huenú Peña

 En un cosmos de vertientes delicadas leemos las flores, la escarcha, las piedras que se mezclan con arena, guardan el recuerdo de todas las eras, y también las líneas de las manos sumergidas en el agua de un río que fluye. 


Las manos despiertan

Eugenia Pérez Carrera

Hablan la lengua del tiempo y el precipicio de los signos ocultos, majestuosas como estrellas sedosas, únicas como pócimas de rosas, clarividentes, arrojadas al despojo y sus orillas, pulpo-arañas, manos que todo lo adivinan, tejen y destejen.


Una noche de palpitaciones

Gisella Scotta

Los mensajes cruzados en la esquina de la noche advierten: no te detengas sobre las palabras, camina sobre ellas, deshójalas y ofrece uno a uno sus velos suaves a las ráfagas infinitas que, van y vienen, entre gestos de esplendor.


Lenguas bordadas con fuego

Soledad Simón Fareleira

En una intemperie de extensas dimensiones, constelaciones de gritos y animales salvajes, donde los hilos se acurrucan indefensos y zurcen besos de rosales y tormentas, se asoma el hada de los deseos, oscura y lúdica.


Flores imaginan rostros

Celeste Villanueva

 En un big-bang de pétalos deliciosos mujeres escriben el destino de sus rostros, entre las nervaduras encuentran ojos, bocas, narices, pómulos, pestañas de ancestras y ángeles mezcladas en un cielo de perfume y espinas.


Mensajeras de aire y de tierra

Tamara Villoslada

Minúsculas ninfas traspasan la materia sólida y unen el afuera al adentro con dibujos de espuma y agua; opuestas y rítmicas contorsionan arquitecturas inmensas, intimidades guardadas en manteles de barro y viento.  


Curaduría "El despojo de las imágenes ardientes" Museo Genaro Pérez - 2022 a 2023





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