lunes, 6 de febrero de 2023

Lo que el abismo dice a la pie

  Prologo "Aproximaciones sensibles de los días" de Sofía Sartori

 

Durante un año acompañé a Sofía Sartori en su trabajo de escritura, durante cada quince días los viernes tomaban la forma de encuentros, lecturas y figuras de una imagen que se abría en nosotras. Sin embargo, la escritura no tiene calendarios, sucede enredada a una temporalidad difusa, fantasma, extranjera. La indómita efervescencia de lo epifánico se instala y lo que aparece es el mapa necesario del deseo, el lugar único donde queremos habitar. Lo que importa es la escritura en ese territorio de materia agarrada al gesto, lo que se escapa a toda representación, no sujeta a la norma la escritura trasciende lo metódico. Sin embargo, todo poema es un método: singular, inaudito, vital. Allí vuelve el cuerpo a reunirse con la ausencia, a los relatos que no podemos contar; toda desmembrada historia del yo que, se arranca a sí mismo el don de la continuidad, nace en la palabra escrita, rasgando el tiempo. La escritura es olvido y memoria, como un revés de contracciones nocturnas, “Aproximaciones sensibles de los días” de Sartori se instala en esa costura de la fragilidad, el lenguaje en la piel escribe sensaciones, textos, diferencias entre sus percepciones y el mundo. El arte, la perfomance o el bordado, son territorio del verso incompleto, de las fisuras de la lengua, el grito en la materia y sus vertientes de volcán. Todo es inscripción, todo es reflejo de ese mundo interior develándose y emancipándose. El silencio y la soledad, dos estados que acompañan a la autora, son la condición de posibilidad de una reescritura constante sobre la superficie de lo real, no es sólo anímico, es la matriz de lo posible que se ensancha hacía lo invisible, hacía la visibilidad escrita de lo que aún no existe. Edith Vera escribe: Una vez que se ha pronunciado / la palabra amapola / hay que dejar de pasar algo de tiempo / para que se recompongan / el aire / y nuestro corazón. Ese es, también, el silencio de Sartori, la soledad, lo que se aquieta con el aliento último de lo pronunciando. Otoño, diario, libro, cuerpo, grito, días son esas magnéticas y profusas estridencias del habla que nos paralizan en el abismo interior, que nos llevan de la mano al espejo de lo abierto, donde vemos sombras pronunciándose. No es el significado de las palabras, su correspondencia o verdad, es el timbre de lo que aparece y desaparece con ellas, el poema que susurran para que no se escape o, al revés, para que nunca escapemos del poema que nos sueña.



 

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