lunes, 2 de septiembre de 2013

La exposición “vacuidad” de Carola Desiré Bruzzesi es un conjunto de fotografías digitales, tomadas en arquitecturas urbanas destinadas al tránsito constante de personas y actividades diferentes. Sus imágenes detienen intensos momentos visuales del cuerpo y la mirada, siempre en movimiento. El principio se une con el tokonoma, / en el vacío se puede esconder un canguro / sin perder su saltante júbilo. / La aparición de una cueva / es misteriosa y va desenrollando su terrible. / Esconderse allí es temblar, / los cuernos de los cazadores resuenan / en el bosque congelado, escribió Lezama Lima, en una estrofa de su poema “El pabellón del vacío”. Así Bruzzesi encuentra, siguiendo a Lezama, el todo en la nada, el cosmos en mínimas constelaciones; un insesante despliegue. La asombrosa posibilidad de lo inexistente o lo innombrable, mantra infinito en el cuenco de una pequeña vacuidad.
¿Qué perdura de las cosas, cuando insisten en existir? En esa preciosa antropología de los deshechos, la artista, indaga la profundidad de la realidad, el brillo permanente de los objetos visibles. El vacío necesario que, ordena en el silencio de imágenes, el flujo de lo poblado.
Las fotografías, en tonos claros, punzantes, desordenan la estática apariencia de los sitios deshabitados y muestran el dorso inquietante de la ciudad que, se inaugura en cada instante. Un hall de un edifico, un local desocupado, un estacionamiento, lugares donde alguien acaba de irse o alguien pronto vendrá, son huellas vivas de lo que no volverá a repetirse, pero también la posibilidad latente de un evento futuro.
El silencio de una hoja en blanco es la concentración de todo alfabeto. Un espacio en la vibración urbana es la potencia de una cadena ensimismada de sucesivos actos, acordes en el voluptuoso sendero de los acontecimientos.
Algunos lugares descubren exquisitas formas geométricas, otros brumas de una atmósfera indecisa. Una oficina desocupada cajas, carpetas, papeles y un cesto de basura son huellas del museo del vacío, de esos sitios que esperan volver a ser ocupados.
¿Es algo el espacio en sí mismo? Carola descubre que las circunstancias de una actividad transitoria, modifican la estructura de un lugar. La ausencia de personas, el silencio de tensión onírica, las sombras de las cosas que se olvidan, son un mapa, un nuevo orden para vacuidad tejiendo su profundidad en las coordenadas del tiempo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario