domingo, 3 de febrero de 2013


Escribir las Imágenes
Sobre “Escribir las imágenes” de Andrea Giunta

Una mañana en San Telmo entré a un pequeño negocio a comprar papel para Sumi-e, un pliego muy delgado que también puede usarse para pintar acuarelas. Me atendió una pareja y mientras buscaban las delicadas hojas me contaron que en Japón los dibujantes son considerados inteligentes, iluminados. Me explicaron que para ellos dibujar es pensar, porque la acción de la mano no sucede en el tiempo al pensamiento sino que la mano piensa. Esto puede ser difícil de comprender en términos filosóficos, porque toda nuestra tradición occidental se fundó sobre la distinción entre las ideas y la materia, entre la mente y el cuerpo. Estructurar un argumento racional para desligarnos del dualismo es aún una empresa inconclusa, especialmente, porque los principios de la ciencia moderna perduran bajo estos criterios. Quizás podamos, como en ese Japón ideal y también como pensaba el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty; considerar los despliegues creativos que nos ofrece la expresión artística para comprender la experiencia humana como una unidad.
Merleau-Ponty sostuvo, a lo largo de todos sus textos, que lo que nosotros percibimos no subsiste separado de lo que percibimos. Entre los datos de la percepción y la percepción no existe una mediación esquemática que reduzca nuestra experiencia vital a mera mecánica y tampoco un abismo insondable que nos condene a un solipsismo sin retorno. De hecho, para Merleau-Ponty sería imposible hablar de una percepción pura, siempre estaríamos hablando de un movimiento y una reunión entre el sujeto percipiente y lo percibido. La obra de arte resulta uno de los ejemplos más prolíficos para el filósofo, ya que ésta se constituye de la unión entre ideas y materia y para comprender los alcances reales de la expresión artística, debemos implicar en nuestro análisis ambos aspectos.
Desde que inicié mi lectura del libro de Andrea Giunta Escribir las imágenes. Ensayos sobre arte argentino y latinoamericano no pude evitar relacionar su escritura y su propuesta de análisis, al horizonte conceptual de la fenomenología merleau-pontiana. No sólo por una cuestión de métodos teóricos y de reflejos conceptuales, con los que podríamos configurar un paisaje original para la comprensión del arte local sino también por la importancia que, el filósofo francés, tuvo para la obra y el pensamiento del artista brasilero Hélio Oiticica. Independientemente que la relación entre Merleau-Ponty y Oiticica son ajenas al texto, el libro de Giunta podría ser pensado en un vaivén pendular y original, entre estas dos perspectivas: la sofisticada teoría fenomenológica y la voracidad creativa del brasilero más vanguardista. Ella hace con la historia del arte tradicional lo que Oiticia hizo con los Ready-Made; transformar, dar entidad particular y sobre todo llevar la pureza de las formas a los lugares más recónditos; Oiticica a la favela y el samba de Mangueira, Giunta desde Ana Mendieta a las imágenes de Eva Perón y desde el realismo de Juan Pablo Renzi a los alfabetos dibujados de León Ferrari.
Así como decíamos que lo percibido y lo percipiente no pueden ser separados en esferas irreconciliables, también podemos decir con Giunta que lo escrito y aquello sobre lo que se escribe no pertenecen a ámbitos diferentes. El método de escritura, estimula una dirección, abre un dominio, propone un juego; reduciendo o propagando, recortando o vivificando, deplorando o proclamando el objeto al cual se refiere. En este sentido, un método es una posición política e ideológica que se imprime a las imágenes a través de la escritura crítica, histórica o teórica.
Giunta escribe ensayos y vuelve material su pensamiento, siguiendo el pulso particular de su propia escritura, de su mirada. De esta manera, extrae las ideas del corazón de los acontecimientos, ofreciendo al lector vivencias latentes y aún relampagueantes. Como sí fuera una experta Sumi-e Giunta encuentra el ritmo justo, entre la escritura y las imágenes, configurando, en el entramado de la historia, una temporalidad diferente a la línea cronológica, a las causas y los efectos de la historiografía hegemónica. En la introducción, la autora dice: “La historia no es una sucesión de hechos que encastran perfectamente sino que está llena de desvíos e impurezas. [...] La historia es más rica que la simplificación de una gesta de héroes de las formas y de los colores. Está llena de capítulos, o de otros relatos, que la vuelven más real que la conocida narrativa del progreso de las formas. Consecuente, con estas afirmaciones, produce una serie de ensayos y artículos, que son diferentes entre sí pero que, a su vez, se retroalimentan en la variedad, los contrastes, los cruces y las contradicciones propias de todo acontecimiento.
Para la autora de Escribir las imágenes importa descubrir, develar y conocer el tejido de la realidad, sus nudos y sus tensiones, sus colores y sus ondulaciones, priorizando cada detalle sobre las formas diáfanas de la historia y sus conceptos previamente dados.
El procedimiento es más claro y consecuente aún, cuando recordamos que el libro es un conjunto de ensayos sobre arte argentino y latinoamericano. Territorios marginales, desde sus orígenes y específicamente en la inclusión de su historia en las grandes narraciones. En este contexto, Giunta propone pensar desde otro lugar: quebrarse, desviarse, salirse del dualismo y sus estrategias circulares.
Escribir las imágenes, entonces, incluye una variedad arriesgada de ensayos. La primera parte “Artistas Mujeres” aborda la problemática de las minorías de género con la polémica obra, las siluetas, de Ana Mendieta y escribe, “las marcas de su latinidad (idioma, acento, color) daban autenticidad y autoridad a las palabras con las que hilvanaba los argumentos para explicar su obra. [...] Mendieta los abordó desde el repertorio de estrategias que le proveían las propuestas artísticas de los años setenta y ochenta como land art, el earth art, el body art y, en términos generales, las perfomances y el arte conceptual… [...] En ese sentido, que al utilizar la sangre en sus perfomances ‘ensuciaba’ la pureza conceptual desde la que trabajan los artistas hombres en ese momento. Resaltando estas particularidades de Mendieta, Giunta señala la forma en que la historiografía norteamericana contemporánea logró incluirla en su repertorio obviando el aspecto político de su obra. “Imágenes en Turbulencia” es el otro artículo del capítulo en cuestión y versa sobre la rosarina Graciela Sacco. Afirma Giunta: “las imágenes impresas en diversas superficies (metal, vidrio, tela, pan, pétalos, etc.) producen una sensación inquietante, porque parecen surgir directamente de los soportes que las contienen, como si brotaran de ellos. Las obras de Sacco están atravesadas por la coyuntura social y al mismo tiempo se presentan en un formato sofisticado y complejo, con una técnica personal resultado de una larga investigación de la artista.
La segunda parte del libro “Después de la Gran Guerra”, contiene dos artículos invaluables por la profusión de acontecimientos que la autora encuentra alojados en el detalle. Efectivamente, en estos artículos, Giunta pone en marcha la conocida premisa de Aby Warburg “Dios habita en el detalle. Uno de los ensayos se refiere a la estadía de Lucio Fontana en Buenos Aires desde 1940 a 1947, la redacción del Manifiesto Blanco con sus alumnos y los vaivenes entre la figuración y la abstracción como producto de los conflictos políticos de la época y no como decisiones estrictamente estéticas de Fontana, según indica la autora. El segundo texto, es un ensayo revelador sobre las imágenes de Eva Perón, realizadas por el pintor oficial Numa Ayrinhac, quien utilizaba diversos procedimientos y artilugios para ofrecer la imagen deseada de la Primera Dama de Argentina; a partir de collages y fotomontaje, de una técnica de ensambles y mezclas el artista obtuvo la imagen de un rostro santificado y perenne hasta nuestros días. Sin embargo, la escultura Monumento a Eva Perón pedida por el gobierno a Sesotris Vitullo y realizada a través de un procedimiento tradicional fue rechazada por sus rasgos geométricos, duros y rústicos que se alejaba del rostro idealizado. Llamativamente, era la diferencia con las clases populares, el aspecto inalcanzable de Evita, lo que generaba la mayor empatía de Evita con el pueblo.
La última parte dedicada específicamente a artistas, se titula “Poéticas/Políticas” y agrupa una serie de artículos con el objetivo y el desafío de investigar el silencio. Giunta explica un momento de la historia argentina donde los artistas de vanguardia, abandonan la escena; el circuito de galerías y exposiciones para recluirse en sus talleres, algunos en el país, otros lejos. Las dictaduras militares y los conflictos violentos que azotaron a la Argentina en el último siglo, se reflejan en singulares gestos, en mínimas acciones, en un tiempo lento que se transforma en silencio. Pero el silencio tiene significado y abre las puertas a un mundo de creaciones llamativas, dibujos, pinturas y fotografías que les permitieron a los artistas seguir viviendo, sobrevivir en el seno de sus obras, no morir de tristeza.
Por último, una serie de textos teóricos ofrecen un panorama del arte actual. “Arte Contemporáneo” y “Latinoamérica” se titulan las dos últimas partes, y se desarrollan en torno al circuito internacional del arte, como un nuevo y poderoso artefacto de regulación del arte: bienales en diferentes ciudades del mundo, mega-exposiciones, ferias internacionales, circuitos de galerías, discursos curatoriales, dispositivos de gestión, residencias de artistas, etc., que reproducen sintomáticamente las lógicas de dominación. Aunque también la novedad se ha convertido en una geografía más compleja, donde el intenso intercambio de información, la acumulación excesiva de sentidos y la velocidad de los cambios construyen día a día nociones y experiencias únicas y diferidas de nuestro espacio-tiempo, rompiendo las fronteras entre pasado y presente.
El arte latinoamericano y sus artistas han producido, y producen, obras magnificas y únicas que merecen ser consideradas en todas sus dimensiones, escuchadas, indagadas en sus contextos particulares y consecuencias reales. En este sentido, Escribir las imágenes de Andrea Giunta es un inteligente y hermoso libro, un entramado y una constelación de escrituras brillantes que iluminan las obras con luz propia.

Mariana Robles - 2012



No hay comentarios:

Publicar un comentario