Proyecto
Cucú. Trilogía
de
Dolores Cáceres
Yo
Pájaro
es la primera obra de una trilogía
conformada además por la intervención Maquillaje
de Museos y la video instalación Zenaida
no Llores. La obra de Dolores Cáceres presentada en
el marco de ¡Afuera! Arte en Espacios
Públicos, reúne una serie de condiciones simbólicas que oscilan entre lo
político y lo poético. La trilogía en su totalidad se encuentra atravesada por
estas categorías que la ubican en el contexto vital del conceptualismo latinoamericano.
La perfomance Yo
Pájaro se efectuó en el emplazamiento del Reloj Cucú de Villa Carlos Paz,
el día 21 de septiembre, en octubre se instaló en la fachada del Panal Maquillaje de Museos y simultáneamente Zenaida no Llores en una de las habitaciones
de la misma locación. Proyecto Cucú
título bajo el cual se reúnen las tres partes mencionadas, al mismo tiempo que
nos permite pensar sobre las condiciones socio-políticas y culturales, nos abre
un espacio metafórico configurado por la mirada de la artista. Su mirada se
manifiesta en una dimensión espacio-temporal que recorre los diferentes
sedimentos de la realidad, entre la consciencia y la materia se teje una red
que nos permite ver una unidad barroca y un pensamiento material que habita en
la ciudad, en el paisaje y en los reductos infinitos y vacíos de un edificio
abandonado.
Los pliegues, los matices y los espectros que
configuran las imágenes quedan libres de posibles reducciones y sólo en el
devenir de los acontecimientos se resuelve toda presencia. La metáfora se
impone, claramente, en la obra de Dolores como forma de pensamiento,
emancipación de la racionalidad y mecánica voluptuosa de la percepción que
experimenta.
Maquillaje
de Museos
Intervención
Maquillaje
de Museos es la única obra estática y silenciosa
de la trilogía Proyecto Cucú. En el
orden de la secuencia se encuentra en el segundo lugar entre Yo Pájaro y Zenaida no Llores. La
ubicación no es azarosa, por el contrario, permite comprender la trama de la
obra en su totalidad. Maquillaje de Museos
se instala como lugar intermedio entre el afuera y el adentro: entre el
exterior donde se realizó la perfomance Yo
Pájaro y el interior donde se proyectó
Zenaida no Llores. Entre el cielo donde las palomas vuelan y
mueren, y los muros de un reducto sacrificial para las aves perseguidas.
La intervención se erige en su
propia tensión, la de un silencio a punto de estallar, en la potencia futura de
un sonido feroz y en los momentos previos al estampido final. Un clima de suspenso
y misterio constituye la atmósfera de las palabras atravesando el aire Paloma, Zenaida, Auriculara, Dorada escritas con neón verde sobre los muros. Para
el antropólogo David Le Breton, la
emisión de sonidos particulares a menudo es percibida como la transposición de
un umbral, el anuncio del pasaje de una dimensión a otra en las actividades colectivas. Para la pequeña
paloma ese límite se torna aún más definitivo, aquella distracción humana no
sólo produce las condiciones catastróficas del umbral sino también determina
abruptamente la ruptura de la temporalidad. El antes y el después del disparo
es en el transcurrir del ave la interrupción definitiva de la vida.
Maquillaje
de Museos se erige silencioso e inmóvil, sólo algunas
luces de neón emanan sus brillos. Con el cuerpo de sus letras permanece en los
márgenes del monumento, una planta trepadora que se apodera de su savia, codifica
sus habitáculos, muestra las ruinas a la ciudad y restituye su caudal. También
condensa el drama acumulado en diversas explosiones sucesivas, es un oráculo
antiguo que repone el sentido de los nombres originarios.
El espacio, al igual que el tiempo, también se
encuentra transfigurado. La instalación de Dolores opera como un grafismo que
señala el momento anterior al disparo, no representa el instante sino que evoca
la tragedia bajo la sobriedad de lo irreductible. Se presenta como un Vivo Dito,[1]
una acción que recuerda la imposibilidad de señalar la muerte. Un Vivo Dito desfasado y desviado, sin
principio y sin final.
Una figura simétrica en neón verde compone el texto
visual en el frente del edifico donde fue situada. Una mira de arma, un círculo
que señala la muerte, una figura perfecta, calculada y geométrica se impone
como emblema de la caza. Un silencio atraviesa las señales, a cada costado dos
palabras; Paloma y Zenaida a la izquierda, Auriculata y Dorada
a la derecha. Cada uno de los vocablos se encuentra rodeado por líneas
perpendiculares formando una cruz a su alrededor.
Maquillaje
de Museos es una obra en proceso que atraviesa la
producción de Dolores, siendo una de las más emblemáticas de su trayectoria
desde fines de la década de los ´90. Dicha obra es una plataforma conceptual
que vincula el lenguaje con la arquitectura develando nuevos sentidos. Cada
actualización de Maquillaje de Museos
es una modulación expresiva que modifica la matriz conceptual originaria. La
presentación de estas palabras en el espacio son traducciones del tiempo de la
propia historia de la artista condensada en la arquitectura, el reflejo de lo
individual sobre el fondo inextenso de lo cultural donde ambos se mezclan y
confunden.
Existe una conexión entre esta obra de Dolores y la
poesía visual, un núcleo de irradiación que permite pensarla como una sinfonía
basada en la repetición, técnica característica de los poetas brasileros. En el
conjunto de la trilogía Proyecto Cucú
se advierte que Maquillaje de Museos
es el complemento perfecto para el funcionamiento de la maquinaria de la obra,
una bisagra que activa la dinámica retórica. Maquillaje de Museos se presenta en esta ocasión como una luminaria
aterradora y trágica que destila frialdad petrificada en el artificio del neón
pero por otro lado evoca la escena de un velorio acalorado. Entre las
contradicciones subsiste un enigma que permite la propia poética de la obra, la
ambigüedad del instante antes de ser pasado y después de ser futuro, flotando
entre el cielo y la tierra, suspendida entre la vida y la muerte.
La paloma dorada que en latín se llama Zenaida Auriculata es un habitante que
corre peligro frente a las actividades que el hombre propone. El silencio de Maquillaje de Museos aparece por la
potencia del disparo, por el ritmo del cucú de la ciudad serrana, el ladrido
informe de los perros persiguiendo su presa. El silencio de Maquillaje de Museos es el ruido que
roza el aire del cuerpo muerto de la paloma cayendo.
Zenaida
No Llores
Video instalación
Las paredes se confunden con la
arquitectura, descascaradas y manchadas surgen del edificio, algo en el
conjunto parece aún vivo. Una bailarina compone los pasos abstractos y
despojados de una paloma desbordándose frente a la inminencia del peligro. El
video que la proyecta la presenta cubierta de plumas. Plumas blancas que se enredan
con las cortezas rugosas de esa pared vieja y desgarrada. Suena mientras baila
la música fragmentada de Cucurrucúcu
Paloma, una versión instrumental de sonidos que acompaña rítmicamente cada
desplazamiento.
El ojo de la cámara, un círculo de luz,
persigue los pasos, por momentos, desesperados. El ojo y la bailarina intentan
huir de ese otro ojo fijo sobre la pared que impone su morfología mortuoria a
la composición. Sobre la proyección hay una mira de arma de fuego que espía y
apunta hacia el delicado cuerpo que interpreta la danza.
Zenaida
no Llores
es la obra más compleja de la trilogía del Proyecto
Cucú. En este trabajo Dolores evoca todos los aspectos críticos
desarrollados en su investigación, vinculados a la caza indiscriminada de
palomas en las sierras de Córdoba, pero al mismo tiempo elabora una gama de elementos
poéticos que rompen la narración, la fisuran. Entre estos dos aspectos se
configura un estilo que recorre todo el proyecto pero que se ve acentuado en
este último momento.
Cucurrucú
Paloma
es una canción tradicional, la letra nos habla de una tragedia de amor y de un
alma-paloma que llora y que sufre. El alma sin su cuerpo, etérea y pura no es
el modelo de Dolores. Por el contrario en ella se invierten las denominaciones
para presentar un alma encarnada en un cuerpo femenino mientras que la pureza
se abandona por la contundente presencia de sus rasgadas vestiduras. Zenaida no Llores es el llanto de un ser
en particular pero lo es también de una especie que se encuentra en peligro.
Cuerpos concretos que se abandonan sin importancia, como mercancías anuladas de
un circuito de diversiones absurdas y perversas.
Así el acontecimiento en la obra de
Dolores ocurre tras la mirilla, detrás del diámetro prolongado de un ojo-gatillo.
El cuerpo danzante de la bailarina es un espejismo en el laberinto precario de
una pared desolada. Entre lo fantasmagórico y lo real la bailarina posee como
cuerpo la propia arquitectura, fundiéndose como una sombra en ese limbo de
materia.
De esta manera se invierte la lógica
tradicional imponiendo un escenario corporal que desenfoca los límites de la
mirada. El edificio deja de ser una entidad separada porque configura la carne
de la obra. Las paredes están encarnadas en un cuerpo emplumado que acecha
contra el espacio. En esta obra Dolores logra reunir las partes de universos distantes
los paisajes serranos, la visibilidad extrema de los recorridos turísticos, con
el derrumbe urbano en el corazón de la ciudad.
La paloma es lo irrepresentable, es el
alma. La imagen es pura reminiscencia. La manera en la que el cuerpo evoca su
propia imagen, es un evocación de aquella primera representación que describió Hans
Belting, una joven de Corinto inventó la
pintura al trazar el contorno de la sombra de su amado antes de que se marchara
a la guerra. De acuerdo con esta leyenda, la primera imagen de la creación de
la humanidad entera era la representación de una sombra. La obra de Zenaida
es originaria en este sentido, del mismo modo en que la palabra es nombrada por
su nombre originario, la imagen se sitúa en el origen de la representación. En
la danza se reunen estos dos aspecto, por lo tanto el alma de la paloma no
puede nunca ser separado del cuerpo danzante, porque sólo se manifiesta en sus
movimientos.
Podríamos admitir que, en esta obra de
Dolores, la metáfora es la posibilitadora del artilugio en el sentido en que
dice Pascal Quignard La metáfora, si bien
no cura, alivia: es una relavatio; es ya un renacimiento. En este sentido existe
una posibilidad transformadora que deviene de la propia imagen de la obra. Un
vínculo sanador propuesto por la propia configuración de la expresión y del
ritual de la danza.
Como en un poema de Marosa Di Giorgio la
paloma esta a la vez en el cielo cruzando el aire lejos con su cuerpo plateado
y en la imagen que se proyecta en la pared cierta simultaneidad mágica que
también se presenta en el origen del video danza con los trabajos de Maya Deren,
ponen la obra de Dolores fuera de la clasificación y la posibilidad de
reducción a su propio género más bien una insistencia que promueve la imagen o
la aparición de los fantasmas sobre la cúpula gótica y abandonada de un
edificio derruido por el años.
Las palomas que desaparecen del campo
por caza, que huyen de su lugar encuentran reductos en los vacíos y desolados
prados de cemento de la arquitectura urbana.
Dice Hannah Arendt que estar vivo significa estar poseído por un
impulso a la exhibición. Las cosas con vida se presentan como actores sobre un
escenario preparado para ellos. Poner en escena un ritual es retornar la
vida al cuerpo muerto al animal que más allá de su propia resurrección ha sido
eliminado por la acción del hombre.
Mariana Robles - 2010
[1] Vivo Dito son las conocidas perfomance realizadas por el artista
argentino Alberto Greco. Los más conocidos son aquellos en los que Greco
trazaba un círculo alrededor de una persona convirtiéndola en obra de arte, en
una obra de arte Vivo Dito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario