domingo, 3 de febrero de 2013


Proyecto Cucú. Trilogía
de Dolores Cáceres



Yo Pájaro es la primera obra de una trilogía conformada además por la intervención Maquillaje de Museos y la video instalación Zenaida no Llores. La obra de Dolores Cáceres presentada en el marco de ¡Afuera! Arte en Espacios Públicos, reúne una serie de condiciones simbólicas que oscilan entre lo político y lo poético. La trilogía en su totalidad se encuentra atravesada por estas categorías que la ubican en el contexto vital del conceptualismo latinoamericano.
La perfomance Yo Pájaro se efectuó en el emplazamiento del Reloj Cucú de Villa Carlos Paz, el día 21 de septiembre, en octubre se instaló en la fachada del Panal Maquillaje de Museos y simultáneamente Zenaida no Llores en una de las habitaciones de la misma locación. Proyecto Cucú título bajo el cual se reúnen las tres partes mencionadas, al mismo tiempo que nos permite pensar sobre las condiciones socio-políticas y culturales, nos abre un espacio metafórico configurado por la mirada de la artista. Su mirada se manifiesta en una dimensión espacio-temporal que recorre los diferentes sedimentos de la realidad, entre la consciencia y la materia se teje una red que nos permite ver una unidad barroca y un pensamiento material que habita en la ciudad, en el paisaje y en los reductos infinitos y vacíos de un edificio abandonado.
Los pliegues, los matices y los espectros que configuran las imágenes quedan libres de posibles reducciones y sólo en el devenir de los acontecimientos se resuelve toda presencia. La metáfora se impone, claramente, en la obra de Dolores como forma de pensamiento, emancipación de la racionalidad y mecánica voluptuosa de la percepción que experimenta.


Maquillaje de Museos
Intervención

Maquillaje de Museos es la única obra estática y silenciosa de la trilogía Proyecto Cucú. En el orden de la secuencia se encuentra en el segundo lugar entre Yo Pájaro y Zenaida no Llores. La ubicación no es azarosa, por el contrario, permite comprender la trama de la obra en su totalidad. Maquillaje de Museos se instala como lugar intermedio entre el afuera y el adentro: entre el exterior donde se realizó la perfomance Yo Pájaro y el interior donde se proyectó Zenaida no Llores. Entre el cielo donde las palomas vuelan y mueren, y los muros de un reducto sacrificial para las aves perseguidas.
La intervención se erige en su propia tensión, la de un silencio a punto de estallar, en la potencia futura de un sonido feroz y en los momentos previos al estampido final. Un clima de suspenso y misterio constituye la atmósfera de las palabras atravesando el aire Paloma, Zenaida, Auriculara, Dorada  escritas con neón verde sobre los muros. Para el antropólogo David Le Breton, la emisión de sonidos particulares a menudo es percibida como la transposición de un umbral, el anuncio del pasaje de una dimensión a otra en las  actividades colectivas. Para la pequeña paloma ese límite se torna aún más definitivo, aquella distracción humana no sólo produce las condiciones catastróficas del umbral sino también determina abruptamente la ruptura de la temporalidad. El antes y el después del disparo es en el transcurrir del ave la interrupción definitiva de la vida.  
Maquillaje de Museos se erige silencioso e inmóvil, sólo algunas luces de neón emanan sus brillos. Con el cuerpo de sus letras permanece en los márgenes del monumento, una planta trepadora que se apodera de su savia, codifica sus habitáculos, muestra las ruinas a la ciudad y restituye su caudal. También condensa el drama acumulado en diversas explosiones sucesivas, es un oráculo antiguo que repone el sentido de los nombres originarios.  
El espacio, al igual que el tiempo, también se encuentra transfigurado. La instalación de Dolores opera como un grafismo que señala el momento anterior al disparo, no representa el instante sino que evoca la tragedia bajo la sobriedad de lo irreductible. Se presenta como un Vivo Dito,[1] una acción que recuerda la imposibilidad de señalar la muerte. Un Vivo Dito desfasado y desviado, sin principio y sin final.
Una figura simétrica en neón verde compone el texto visual en el frente del edifico donde fue situada. Una mira de arma, un círculo que señala la muerte, una figura perfecta, calculada y geométrica se impone como emblema de la caza. Un silencio atraviesa las señales, a cada costado dos palabras; Paloma y Zenaida a la izquierda, Auriculata y Dorada a la derecha. Cada uno de los vocablos se encuentra rodeado por líneas perpendiculares formando una cruz a su alrededor.
Maquillaje de Museos es una obra en proceso que atraviesa la producción de Dolores, siendo una de las más emblemáticas de su trayectoria desde fines de la década de los ´90. Dicha obra es una plataforma conceptual que vincula el lenguaje con la arquitectura develando nuevos sentidos. Cada actualización de Maquillaje de Museos es una modulación expresiva que modifica la matriz conceptual originaria. La presentación de estas palabras en el espacio son traducciones del tiempo de la propia historia de la artista condensada en la arquitectura, el reflejo de lo individual sobre el fondo inextenso de lo cultural donde ambos se mezclan y confunden.
Existe una conexión entre esta obra de Dolores y la poesía visual, un núcleo de irradiación que permite pensarla como una sinfonía basada en la repetición, técnica característica de los poetas brasileros. En el conjunto de la trilogía Proyecto Cucú se advierte que Maquillaje de Museos es el complemento perfecto para el funcionamiento de la maquinaria de la obra, una bisagra que activa la dinámica retórica. Maquillaje de Museos se presenta en esta ocasión como una luminaria aterradora y trágica que destila frialdad petrificada en el artificio del neón pero por otro lado evoca la escena de un velorio acalorado. Entre las contradicciones subsiste un enigma que permite la propia poética de la obra, la ambigüedad del instante antes de ser pasado y después de ser futuro, flotando entre el cielo y la tierra, suspendida entre la vida y la muerte.
La paloma dorada que en latín se llama Zenaida Auriculata es un habitante que corre peligro frente a las actividades que el hombre propone. El silencio de Maquillaje de Museos aparece por la potencia del disparo, por el ritmo del cucú de la ciudad serrana, el ladrido informe de los perros persiguiendo su presa. El silencio de Maquillaje de Museos es el ruido que roza el aire del cuerpo muerto de la paloma cayendo.


Zenaida No Llores
Video instalación

Las paredes se confunden con la arquitectura, descascaradas y manchadas surgen del edificio, algo en el conjunto parece aún vivo. Una bailarina compone los pasos abstractos y despojados de una paloma desbordándose frente a la inminencia del peligro. El video que la proyecta la presenta cubierta de plumas. Plumas blancas que se enredan con las cortezas rugosas de esa pared vieja y desgarrada. Suena mientras baila la música fragmentada de Cucurrucúcu Paloma, una versión instrumental de sonidos que acompaña rítmicamente cada desplazamiento.
El ojo de la cámara, un círculo de luz, persigue los pasos, por momentos, desesperados. El ojo y la bailarina intentan huir de ese otro ojo fijo sobre la pared que impone su morfología mortuoria a la composición. Sobre la proyección hay una mira de arma de fuego que espía y apunta hacia el delicado cuerpo que interpreta la danza.
Zenaida no Llores es la obra más compleja de la trilogía del Proyecto Cucú. En este trabajo  Dolores evoca todos los aspectos críticos desarrollados en su investigación, vinculados a la caza indiscriminada de palomas en las sierras de Córdoba, pero al mismo tiempo elabora una gama de elementos poéticos que rompen la narración, la fisuran. Entre estos dos aspectos se configura un estilo que recorre todo el proyecto pero que se ve acentuado en este último momento.      
Cucurrucú Paloma es una canción tradicional, la letra nos habla de una tragedia de amor y de un alma-paloma que llora y que sufre. El alma sin su cuerpo, etérea y pura no es el modelo de Dolores. Por el contrario en ella se invierten las denominaciones para presentar un alma encarnada en un cuerpo femenino mientras que la pureza se abandona por la contundente presencia de sus rasgadas vestiduras. Zenaida no Llores es el llanto de un ser en particular pero lo es también de una especie que se encuentra en peligro. Cuerpos concretos que se abandonan sin importancia, como mercancías anuladas de un circuito de diversiones absurdas y perversas.
Así el acontecimiento en la obra de Dolores ocurre tras la mirilla, detrás del diámetro prolongado de un ojo-gatillo. El cuerpo danzante de la bailarina es un espejismo en el laberinto precario de una pared desolada. Entre lo fantasmagórico y lo real la bailarina posee como cuerpo la propia arquitectura, fundiéndose como una sombra en ese limbo de materia.
De esta manera se invierte la lógica tradicional imponiendo un escenario corporal que desenfoca los límites de la mirada. El edificio deja de ser una entidad separada porque configura la carne de la obra. Las paredes están encarnadas en un cuerpo emplumado que acecha contra el espacio. En esta obra Dolores logra reunir las partes de universos distantes los paisajes serranos, la visibilidad extrema de los recorridos turísticos, con el derrumbe urbano en el corazón de la ciudad.
La paloma es lo irrepresentable, es el alma. La imagen es pura reminiscencia. La manera en la que el cuerpo evoca su propia imagen, es un evocación de aquella primera representación que describió Hans Belting, una joven de Corinto inventó la pintura al trazar el contorno de la sombra de su amado antes de que se marchara a la guerra. De acuerdo con esta leyenda, la primera imagen de la creación de la humanidad entera era la representación de una sombra. La obra de Zenaida es originaria en este sentido, del mismo modo en que la palabra es nombrada por su nombre originario, la imagen se sitúa en el origen de la representación. En la danza se reunen estos dos aspecto, por lo tanto el alma de la paloma no puede nunca ser separado del cuerpo danzante, porque sólo se manifiesta en sus movimientos.
Podríamos admitir que, en esta obra de Dolores, la metáfora es la posibilitadora del artilugio en el sentido en que dice Pascal Quignard La metáfora, si bien no cura, alivia: es una relavatio; es ya un renacimiento. En este sentido existe una posibilidad transformadora que deviene de la propia imagen de la obra. Un vínculo sanador propuesto por la propia configuración de la expresión y del ritual de la danza.   
Como en un poema de Marosa Di Giorgio la paloma esta a la vez en el cielo cruzando el aire lejos con su cuerpo plateado y en la imagen que se proyecta en la pared cierta simultaneidad mágica que también se presenta en el origen del video danza con los trabajos de Maya Deren, ponen la obra de Dolores fuera de la clasificación y la posibilidad de reducción a su propio género más bien una insistencia que promueve la imagen o la aparición de los fantasmas sobre la cúpula gótica y abandonada de un edificio derruido por el años.
Las palomas que desaparecen del campo por caza, que huyen de su lugar encuentran reductos en los vacíos y desolados prados de cemento de la arquitectura urbana.
Dice Hannah Arendt que estar vivo significa estar poseído por un impulso a la exhibición. Las cosas con vida se presentan como actores sobre un escenario preparado para ellos. Poner en escena un ritual es retornar la vida al cuerpo muerto al animal que más allá de su propia resurrección ha sido eliminado por la acción del hombre.

Mariana Robles - 2010






[1] Vivo Dito son las conocidas perfomance realizadas por el artista argentino Alberto Greco. Los más conocidos son aquellos en los que Greco trazaba un círculo alrededor de una persona convirtiéndola en obra de arte, en una obra de arte Vivo Dito










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