domingo, 3 de febrero de 2013


Jugar en el Abismo
“Instrucciones Para Destruir Dinero” es una instalación de Pablo Boneu. El proyecto consiste en la destrucción sistemática de los únicos ahorros del artista, mil dólares, para luego pegarlos tira por tira en un gran mural. La idea no es sólo vaciar sus arcas personales de modo metódico, sino también hacer desaparecer una serie completa de dinero en el mundo de las finanzas; un blanco, una fisura en la homogeneidad. Una operación de ausencia en la saturación de producción, en la circulación y el intercambio.
Desde el proceso de construcción de la máquina “Money Destroyer”, que tritura en tiras idénticas los billetes, hasta la destrucción ordenada de cada billete y la creación del mural, Boneu escribe un diario. Allí plasma ocurrencias, estados emocionales y pensamientos acerca de la sociedad contemporánea y sobre sí mismo; una definición de lo que somos ligada a lo que hacemos con el dinero; a su circulación determinada y a la dirección unilateral de su uso comercial. La narrativa se transforma en un relato verosímil e impresionante de la vida del artista durante el período de creación.
En el diario, a su vez catálogo de la exposición, podemos ver a Boneu como un personaje de literatura, con los rasgos inventivos y complejos de los protagonistas de las novelas de Roberto Arlt. Allí describe de modo angustiante y extrañado el abismo que se produce entre él y las cosas a raíz de su obsesión por la “Money Destroyer” y sus cualidades destructivas. Una modificación en su vida, en su entorno, en sus pensamientos, efecto dislocado de su nueva ocupación, de su nueva realidad.
A medida que nos enteramos de sus peripecias reconocemos que su psiquis se quiebra junto con sus billetes. Su mundo opera transformaciones sustanciales debido al cambio de reglas en la vida cotidiana. Boneu juega un nuevo juego, un juego que ficcionaliza la realidad.Pero que nunca la abandona completamente, es justamente la combinación de elementos reales con irreales lo que hacen de la obra poderosa y polémica: su ambigüedad.
Al igual que J. G. Ballard en “Crash” el artista inventa una geometría, ya no entre los cuerpos y los automóviles, sino entre la mente y el dinero. Cada movimiento, desplazamiento o zigzag de la plata configura una cosmovisión mental en el artista, una visión encapsulada, encarnada de lo que sucede a nivel macro-mundo en el circuito de las finanzas. Su nueva realidad intercambia el valor material y el valor simbólico del dinero operando de un modo desconocido. Las variaciones y desviaciones de tal operación paralizan la función naturalizada de la riqueza y su uso. Intentar detener esta corriente es como intentar suspender un río cuesta abajo después de una tormenta. Es al fin vivir sin metafísica.
En este contexto extrañado por la actividad en la que se abocaba de manera obsesiva, Boneu fue quedándose en soledad, aislado, en su departamento alquilado y que ya ni siquiera puede pagar. En su diario describe, manteniendo siempre la intriga acerca de la verdad de los hechos, las diferentes situaciones que lo alejan de su familia, de sus amigos y de los galeristas que no logran comprender sus cavilaciones. Él se encuentra atrapado en una paradoja: todos suponemos que el trabajo genera dinero, pero Boneu lo destruye trabajando. Y cada día que pasa, cada billete que destruye extrema su situación y rasga un velo muy delgado que divide la normalidad y la locura. Lentamente, con la parsimonia de sus billetes rotos, se van derrumbando sus creencias, sus hábitos y sus principales relaciones con los otros y el mundo.
Para Boneu jugar con dinero, destruirlo, convertirlo en obra y exhibirlo supuso ciertos riesgos: la soledad, la incomprensión y la inestabilidad. Un abismo y un afuera que lo aleja de las operaciones y necesidades cotidianas. Pero que lo acerca de un modo inesperado al mundo de los niños. Según el sociólogo de “Acéphale” Roger Callois los niños otorgan a sus tesoros más preciados: una piedra, un ramita o una frasquito viejo la dimensión de un tesoro, un valor mágico que fisura la linealidad homogénea y ontológica del capital, que destina para sus productos un precio funcional. En este sentido, Boneu descubre y muestra la geometría interna del dinero. Una dirección diferente que no responde en línea recta al objetivo especifico del uso. Boneu al inventar un juego con el dinero juega doblemente, evidenciando a su vez que el lenguaje del mercado también es el lenguaje de un juego. Una lógica desmontable, limitada e imperfecta.


Mariana Robles - 2012


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