domingo, 3 de febrero de 2013


Las siestas son carnaval
         
Se convertirá en una mujer.
Mary Shelley

La vida es el carnaval del Ser
Alfred Jarry


Imagen de bienvenida: las paralelas que siempre se chocan

                 El poeta surrealista Robert Desnos escribió algunos textos, denominados del mismo modo que el famoso “alter ego” femenino de Marcel Duchamp, Rrose Sélavy. Al parecer, mientras uno de ellos residía en París y el otro en Nueva York, se conectaron  telepáticamente, generando un intervalo de realidad en la n-dimensión donde la enigmática Rrose Sélavy, se paseaba. Finalmente, producto de un intenso vínculo, el poeta y la aparición se comprometieron. Allí, en aquella extensión difusa de los sueños y el trance, a los que Desnos profusamente sucumbía. Estos textos, entonces, fueron emanación de la vibración telepática entre dos mentes que se abandonaron a sí mismas, para ingresar en alguna realidad probable. Nosotros, nunca nos atreveríamos a imaginar a la enigmática Rsose Sélavy con los atributos de un personaje, en esa continuidad lineal que provee a todo individuo de una historia sino que, más bien, creeríamos que su presencia ambigua es aquella que al fin y al cabo modeló al propia Duchamp. Algo así, en una sintonía de paralelas que siempre se chocan, ocurrió con Ubú Rey y con Fraustroll cuando concibieron a su propio autor Alfred Jarry, padre de la Patafísica.


Eclosión del origen: la alegría

                 Tenemos que admitir, en este punto, que aquello que hoy presentamos en el cuerpo de un libro, desentraña formas diversas, considerando lo que un objeto de este tipo nos depara en general, este es, más bien, un libro-laboratorio. Bajo el concepto de grafías se dispone un armamento que, con sus instrucciones, al cuidado de Cippollini, nos ponen en orbita para una eventual descarga. Advertimos, por la misma razón, que zigzagueante a la adhesión de una continuidad especifica, pierde la centralidad y linealidad característica de un relato. Más bien, el conjunto de textos presentados se adosa a la naturaleza del tiempo, que en su versión carnavalesca encabezada por Jarry, nos deja asistir secretamente a los festejos del azar y las coincidencias, liberándonos a su vez de correr tras lo efectos de una causa. Obviamente, en ello reside el origen de nuestra alegría, al poder contemplar y esperar que todo suceda, por una voluntad fortuita, que reúne lo múltiple con lo simple y lo pasajero con lo eterno. 


Lugar de encuentro: la historia entre ruinas y  castillos

                 La literatura se torna, bajo el efecto del rictus jarryco, en un habitáculo con las palabras sobre el abismo y al mismo tiempo, en el centro de un remolino. El lenguaje, aquel que para Wittgenstein consiste en los miles de juego provocados en nuestra vida cotidiana, aquí conforma una geografía medieval y moderna en cartografías de espejos. En la adolescencia de Jarry, en sus años  jóvenes (que más tarde se convertirían en los más antiguos),  se ubica la raíz fasciculada de una ciencia que se extenderá hacia atrás y hacia adelante, pero especialmente hacia sus costados. Desde los hombres de la caverna, hasta el futuro impensable, la ‘Patafísica doblega en curvas volcánicas toda posibilidad de conciencia estática, alumbrando la más deseada de las fuerzas: el azar. Que según Mallarmé, por la neutralidad idéntica del abismo puede convertirse en algo que se oculta y se desoculta, pero que siempre esta. La historia de la ‘Patafísica se aleja del artificio, coincidentemente los artilugios de sus escritos confirman la cima de una imaginación extravagante y original. Nunca se reduce a sus elementos, ni al funcionamiento de la narrativa, por el contrario, va hacia su propia construcción inalcanzable.
En la  fotografía de un paseante, el gris de las sombras refleja un castillo en ruinas que la imagen mantiene en pie.


La identidad: un avatar con múltiples vestiduras

                 La espiral, el símbolo de La Orden de la Gran Espiranzal fundada por Jarry, es la transformación del ser en el flujo de la temporalidad. El ser participa de las cualidades del todo y sin poseer más atributos provisorios que aquellos que la mera contingencia dispone. No hay rastro patafísico que nos permita afirmar alguna marca definitiva, una identidad. Este criterio, ampliado y desvirtuado por su propia expansión exegética, abraza a sus recintos: los colegios y el instituto.
Recordemos las hazañas del Dr. Faustroll Patafísico, donde el arte y el viaje nos conducen a un único y  mismo portal, a ambos ingresamos y salimos por la misma puerta. La eternidad, opera como combinatoria de diferentes planos de realidad y a su vez explora algún universo posible, donde Jarry continúa siendo igual a si mismo. En esa sinfonía, Jarry al igual que Duchamp con Rrose Sélavy, se abraza para siempre con Faustroll.
En alguna dirección del viaje, una tribu  adora a un Dios falso y en el escudo brilla la espiral.


El mundo es una siesta

                 El mundo en Siesta no marcha; -dice Macedonio Fernández- a la Noche las estrellas le ponen dirección de marcha. Por ello la intelección prospera en la Siesta y no en la Noche. Tampoco serán ni la tragedia, ni la comedia, las máscara del teatro de Jarry, una intermedia, una nueva, una tríadica y apropiada, para descubrir fenómenos, allí en la siesta, donde pareciera no ocurrir nada.

Mariana Robles - 2010


No hay comentarios:

Publicar un comentario