Trampa
Avatar
en el quinto piso de Lila Siegrits –
La
niña y el hacha
Una opción para
generar un sistema, es relacionar objetos disímiles entre sí, en Cosmos Gombrowicz ensaya con la invención de una
secuencia absurda que unen a un pájaro ahorcado, con la cicatriz de un rostro,
con un hilo colgado y tres piedras que forman un triangulo en la arena. Elementos
entre sí como grupos significantes, un evento pasado y su probabilidad futura, cosas
y palabras pueden crear un sistema; un orden construido que puede aparentar coherencia,
verdad y estabilidad. Lila genera un sistema expositivo de piezas disímiles: fotos
de su álbum familiar intervenidas, videos y un pequeño cuadro antiguo. La
lógica caprichosa de su relato, afecta directamente el contenido de las
imágenes puestas. Los niños, la gente en la fiesta, los novios aparecen con la
cabeza cortada: fotos sin rostros, sin ojos, sin mirada que ya no proyectan
sobre el espacio la continuidad de la escena. Lila interviene en las
referencias primeras de ser “Lila”, en el archivo familiar, en la memoria
colectiva que determina en la fotografía la continuidad identiraria en el
tiempo.
Las dos panteras
En esta
exposición hay una imagen particularmente llamativa, donde la Pantera Rosa aparece
desdoblada: una sobre la torta de cumpleaños y otra más adelante con la cara
tapada. Las miradas de estos muñecos no se encuentran, no se corresponden.
Los archivos
fotográficos son también sistemas que nos ofrecen entre, otras cosas, la pertenencia
a un núcleo originario, la huella inicial, el punto de partida de todo lo que
debería seguir siendo. Señala: “esa eras” “esa serás”, un desvió normativo que
se desprende de la imagen. En este sentido, Lila no sólo modifica las
fotografías expuestas sino que interviene en el sistema narrativo del álbum
familiar. Lo libera de un horizonte identitario, estático. Corta los lazos
arbitrarios que imponen una continuidad lineal. Configura un nuevo orden y con
él la posibilidad de construcción de historias que multipliquen y enfoquen la
experiencia vivida. Coloca su visión de lo que ocurrió en la fiesta en el mismo
plano fáctico que las condiciones establecidas exteriormente por la fotografía.
Estas condiciones implican en muchos casos otros modos de establecer
identidades teleológicas que, en el orden público funcionan como institucionalizadas.
Esta dimensión política en la intervención del recuerdo implica que la creación
artística puede ser leída, desde una perspectiva intervencionista, como un
dispositivo para generar relatos que
puedan constituirse como voz propia. Las miradas desencontradas de las dos
panteras muestran órdenes diferentes donde una es fiel a la imagen fotográfica,
al cliché de cualquier fiesta de cumpleaños, y otra al recuerdo actual de Lila
provisto por la experiencia de haber estado en la fiesta y no mirando la
fiesta. La foto extrae para ella un fragmento de su propia vida que no puede
ser asimilado en ella: pertenece al “sistema álbum” y no al “sistema Lila”. Las
panteras muestran como la conjunción de ordenes materiales diferentes
vinculados a la propia identidad resultan problemáticos, pero al mismo tiempo la
mutua intervención de esos ordenes son en sí mismos un movimiento posible de
juego, en este caso entre pasado y presente.
La puerta cerrada del quinto piso
Un pequeño cuadro
antiguo aparece en un rincón, una imagen que ilustra un cuarto del siglo IXX, un
objeto del sistema que transita otra temporalidad. En el centro de esa ilustración hay un retrato, una mirada donde
ocurre el avatar del quinto piso.
Mariana Robles
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