domingo, 3 de febrero de 2013


Psicodélica primavera del concepto  

Femenina, intensa, multicolorida es la exposición retrospectiva denominada ELLAS SON y curada por Pelusa Borthwick. La muestra presenta diversas instalaciones, videos y objetos de las artistas Marta Minujin, Margarita Paksa y Dalila Puzzovio a fines de los tumultuosos y celebrados años 60’. De una punta a la otra el recorrido es un voluptuoso encuentro con tres de las creadoras más importantes del arte contemporáneo argentino. 
Al entrar al museo me dirigí a la sala de Minujin y allí me quedé un rato mirando la vitrina con catálogos y fotografías. Pensaba en la belleza de la asimetría, en su estructura dinámica y en lo provocativo de sus rupturas visuales al ver un retrato de la artista, sonriente, con sus aros dispares y desencontrados. Toda la exposición atraviesa el tiempo, no lo añora, ni tampoco lo superpone a nuestra época, sino que nos transporta en el túnel iniciático de la alegría y el concepto. Se me ocurre una fábula, un origen mítico, donde el arte conceptual estaba ligado a la felicidad, un escenario donde el mejor de los mundos posibles se presenta en clave psicodélica: una visibilidad constitutiva de la realidad.
Una visión texturada, olorosa, radiante que opera divertida como entramado colorido del pensamiento y que en la exaltación de los sentidos propone la multiplicidad y la alegría como sinfonía para su reiteración. En el ritmo de la temporalidad, en la reiteración de una propuesta expositiva, que renueva una situación histórica, es factible pensar. El arte conceptual como tal, sólo es posible si puede ser modificado, tanto en el tiempo como en el espacio. Ningún pensamiento es estático, de serlo no sería pensamiento, sino su sombra triste y  gris en la caverna solitaria.
Encontramos un video de Minujin; franjas de colores que simultáneamente se mueven y nos envuelven, los sentidos piensan, el pensamiento siente. La artista habla, interpreta, intenta coincidir su voz con las franjas de colores rojo / azul/ violeta/ verde/ turquesa/ fucsia. El mundo es ese conjunto de sustancias materiales que el pensamiento puede dar forma, pero también un exceso majestuoso e inaprensible. Una adorable sensación exaltada.
Me animo a decir que todas las obras de la exposición están allí con su respectivo aura. También me animo a decir que nosotros podemos, en nuestra época, considerar aura a esa proyección emocional que nos provoca satisfacción, al reconocer nuestra propia historia en la historia del arte. Es decir, veo la obra de Puzzovio, por ejemplo, como si ella misma escapara de algún álbum de fotografías familiar. Esos zapatos brillantes, verde y negro, con plataformas dobles, sofisticados, encantados, son tan cercanos para mí como el reloj o la muñeca presentes en una foto de cuando yo era bebé. Cuando ví los zapatos de las vitrinas sentí que ellos fueron robados de los rincones de de mi memoria, restituidos de mis recuerdos y no de una colección de obras de arte.
Algo de mi noción de aura tiene que ver con ese intersticio extraño que se produce entre la historia del arte en general y mi historia personal. Una tensión donde soy absolutamente consciente del objeto artístico es lejano e inaccesible pero a su vez cercano, propio y hasta familiar. Estoy atravesada por el relato de la exposición y voy  construyendo en el deambular por las obras, el pasado mi propia visión.
Lo mismo ocurre con los discos ópticos y con las huellas en la arena de las bailarinas ya ausentes, de la instalación Comunicaciones de Margarita Paksa. De aquella coreografía sólo quedaron  unas figuras perdidas en la arena, pero es suficiente para saber que existió. “El código  binario es una entidad mística donde el UNO ha hecho todo de la nada y el CERO es la nada”  escribió Paksa en Pisa Fibonacci II. Oracular y potente la obra es una intermitencia lumínica, se enciende y se apaga entre la tecnología y la poesía, entre el conocimiento y la duda. Una construcción, un cielo, un fracción de combinaciones en la infinitud de los números y las cosas. 
ELLAS SON es la prueba contundente de algo que sucedió en el pasado, y que se presenta  más allá de los hechos concretos: las obras. Seguramente sucedieron las sensaciones y las fantasías de sujetos reales y eso es lo que explica nuestra alegría. Advertir que en cada indicio conceptual sobreviven las personas y los artistas no reducidos a sus ideas, sino emancipados en sus profusas intuiciones.

Mariana Robles - 2012


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