Psicodélica primavera del concepto
Femenina, intensa, multicolorida es la exposición
retrospectiva denominada ELLAS SON y curada por Pelusa Borthwick. La muestra
presenta diversas instalaciones, videos y objetos de las artistas Marta
Minujin, Margarita Paksa y Dalila Puzzovio a fines de los tumultuosos y
celebrados años 60’. De una punta a la otra el recorrido es un voluptuoso
encuentro con tres de las creadoras más importantes del arte contemporáneo
argentino.
Al entrar al museo me dirigí a la sala de Minujin y
allí me quedé un rato mirando la vitrina con catálogos y fotografías. Pensaba
en la belleza de la asimetría, en su estructura dinámica y en lo provocativo de
sus rupturas visuales al ver un retrato de la artista, sonriente, con sus aros
dispares y desencontrados. Toda la exposición atraviesa el tiempo, no lo añora,
ni tampoco lo superpone a nuestra época, sino que nos transporta en el túnel
iniciático de la alegría y el concepto. Se me ocurre una fábula, un origen
mítico, donde el arte conceptual estaba ligado a la felicidad, un escenario
donde el mejor de los mundos posibles se presenta en clave psicodélica: una
visibilidad constitutiva de la realidad.
Una visión texturada, olorosa, radiante que opera
divertida como entramado colorido del pensamiento y que en la exaltación de los
sentidos propone la multiplicidad y la alegría como sinfonía para su
reiteración. En el ritmo de la temporalidad, en la reiteración de una propuesta
expositiva, que renueva una situación histórica, es factible pensar. El arte
conceptual como tal, sólo es posible si puede ser modificado, tanto en el
tiempo como en el espacio. Ningún pensamiento es estático, de serlo no sería
pensamiento, sino su sombra triste y
gris en la caverna solitaria.
Encontramos un video de Minujin; franjas de colores
que simultáneamente se mueven y nos envuelven, los sentidos piensan, el
pensamiento siente. La artista habla, interpreta, intenta coincidir su voz con
las franjas de colores rojo / azul/ violeta/ verde/ turquesa/ fucsia. El mundo
es ese conjunto de sustancias materiales que el pensamiento puede dar forma,
pero también un exceso majestuoso e inaprensible. Una adorable sensación
exaltada.
Me animo a decir que todas las obras de la exposición
están allí con su respectivo aura. También me animo a decir que nosotros
podemos, en nuestra época, considerar aura a esa proyección emocional que nos
provoca satisfacción, al reconocer nuestra propia historia en la historia del
arte. Es decir, veo la obra de Puzzovio, por ejemplo, como si ella misma
escapara de algún álbum de fotografías familiar. Esos zapatos brillantes, verde
y negro, con plataformas dobles, sofisticados, encantados, son tan cercanos
para mí como el reloj o la muñeca presentes en una foto de cuando yo era bebé.
Cuando ví los zapatos de las vitrinas sentí que ellos fueron robados de los
rincones de de mi memoria, restituidos de mis recuerdos y no de una colección
de obras de arte.
Algo de mi noción de aura tiene que ver con ese
intersticio extraño que se produce entre la historia del arte en general y mi
historia personal. Una tensión donde soy absolutamente consciente del objeto
artístico es lejano e inaccesible pero a su vez cercano, propio y hasta
familiar. Estoy atravesada por el relato de la exposición y voy construyendo en el deambular por las obras, el
pasado mi propia visión.
Lo mismo ocurre con los discos ópticos y con las
huellas en la arena de las bailarinas ya ausentes, de la instalación
Comunicaciones de Margarita Paksa. De aquella coreografía sólo quedaron unas figuras perdidas en la arena, pero es
suficiente para saber que existió. “El código
binario es una entidad mística donde el UNO ha hecho todo de la nada y el
CERO es la nada” escribió Paksa en Pisa
Fibonacci II. Oracular y potente la obra es una intermitencia lumínica, se
enciende y se apaga entre la tecnología y la poesía, entre el conocimiento y la
duda. Una construcción, un cielo, un fracción de combinaciones en la infinitud
de los números y las cosas.
ELLAS SON es la prueba contundente de algo que
sucedió en el pasado, y que se presenta
más allá de los hechos concretos: las obras. Seguramente sucedieron las
sensaciones y las fantasías de sujetos reales y eso es lo que explica nuestra
alegría. Advertir que en cada indicio conceptual sobreviven las personas y los
artistas no reducidos a sus ideas, sino emancipados en sus profusas
intuiciones.
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